Comentario 21/11/2022
EL
PETRISMO DE PETRO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Centrado
en la redistribución del ingreso y el intervencionismo del Estado como las
grandes fórmulas orientadoras de su gestión, acompañadas de una fuerte
ideología de izquierda, avanzaron los primeros 100 días del gobierno de Gustavo
Petro. Acciones concretas, hasta ahora, la reforma tributaria que ha quedado en
firme, el proyecto de la Paz Total y el acuerdo de Escazú, lo demás, es mucho “tilín
tilín y nada de paletas”. De hecho, su favorabilidad ha caído y ya se ven
elementos de desespero e impaciencia entre sus áulicos y seguidores por el
logro de más resultados de los prometidos durante la campaña. También hay que
reconocerle su habilidad política de rodear su gobierno de una coalición
alrededor del pacto histórico, su movimiento político, con los muy aceitados y
“enmermelados” partido liberal, conservador y de la U. Vamos por partes:
La
reforma tributaria es consecuente con su idea obsesiva de que hay que
redistribuir el ingreso y beneficiar a los más pobres con subsidios y
beneficios pagados por los más ricos, sean estos, empresas, empresarios u otras
personas naturales, nacionales o extranjeras, con actividad económica en el
país. En su intención todos estamos de acuerdo con los tributos, pero en su
contenido y alcance diferimos sustancialmente. Crear o mantener subsidios es
generar dependencia de la población por los mismos y preferencia por sus
favorecedores, quienes los emplean con el sentido político de buscar adeptos,
lo cual, les impide a estos ciudadanos desarrollar sus competencias, sus
capacidades, su labor productiva y buscar su propio progreso, a partir, eso sí,
del apoyo del Estado en la formación, el fortalecimiento de sus habilidades y
en el desarrollo de sus potencialidades. Volvemos a si es mejor darles peces
para comer o enseñarles a pescar. Los subsidios, salvo casos extremos, deberían
ser ocasionales y transitorios.
Olvida
también el petrismo de Petro, el sabio consejo que le dio la importante
economista de origen italiano Mariana Mazzucato en su reciente visita al país,
indicándole que para poder redistribuir hay que crecer. Quien además entiende
la redistribución del ingreso como generación de oportunidades más que de
subsidios.
Inoportuna
también la reforma tributaria, impuesta a “pupitrazo limpio”, por su coalición
de gobierno, por el momento en el cual va a tener incidencia, a partir del
primero de enero de 2023, es decir, cuando se espera inicie en Colombia y en el
mundo un período de decrecimiento o recesión económica, durante el cual hay que
cuidar con esmero las fuentes de producción, empleo y ocupación para que las
personas y sus familias no se vean enfrentadas a singulares dificultades y
carencias. La reforma se “chupa” los recursos para favorecer el gasto social
del gobierno, pero con ello debilita las finanzas privadas y afecta, por esa
vía, la desaceleración de la economía. Podríamos decir que el gasto del
gobierno obrará como efecto anticíclico, pero no es así, será más consumo, no
más inversión o proyectos de desarrollo.
En
síntesis, en vez de crear factores de crecimiento, desarrollo, progreso o
mitigación de los impactos de los choque externos e internos, como la
devaluación y la alta inflación, la reforma lo que hace es desestimular la
actividad empresarial y darle un “mazazo” a ciertos sectores económicos como el
sector minero energético por una supuesta contaminación ambiental, donde
Colombia genera el 0.4% de la contaminación mundial y dispone de una de las
mejores matrices de energía limpia y renovable, a partir de la generación
hidráulica, la eólica y la solar de las que dispone y puede continuar
desarrollando. Estos sectores difícilmente levantarán cabeza hacia el futuro y,
además, están amenazados con la no existencia eventual de nuevos contratos de
exploración y explotación.
Los
empresarios norteamericanos con actividad productiva en Colombia, especialmente
minera y petrolera ya han manifestado su inconformidad con dicha reforma y le
han pedido al gobierno del presidente Biden rechazarla por ser violatoria de
los tratados de libre comercio suscritos entre Colombia y USA.
Por
otra parte, la reforma política es sujeta de amores y odios, con temas tales
como sus listas cerradas, su transfuguismo autorizado, la financiación de las
campañas sin prohibición del efectivo y su intención del voto obligatorio. Y,
la paz total aún en ciernes, pero ya se avisa como otro catálogo de beneficios
a favor de los delincuentes y reincidentes, sin contraprestación para el país y
sus ciudadanos de bien.
También,
el acuerdo de Escazú introduce elementos de información, protección a líderes
ambientales, zonas de reserva y consultas populares, con injerencia de organismos
extranjeros, cuyo efecto es redundante ante la constitución colombiana, pero
crea nuevas instancias de intervención extrajera en la solución de problemas
ambientales que dependen exclusivamente de las necesidades, capacidades y
posibilidades del propio país. Aquí podremos ver un efecto de parálisis en
muchos proyectos de desarrollo e infraestructura futuros en el país.
Varios
de los anuncios y promesas en el petrismo de Petro, que más parece en campaña
que en gobierno, se están volviendo promesas vacías, por imposibilidad de
darles cumplimiento, o por hacerse el de las “gafas” en su ejecución, como las
3.000.000 de hectáreas a repartir, la solución de las invasiones, el combate al
narcotráfico, la seguridad ciudadana, la reforma a las fuerzas militares y de
policía, entre muchas otras.
Se
anuncian las reformas a la salud, la reforma rural, al contrato de trabajo, a
las pensiones, y muchas otras en trámites, más burocracia y procedimientos, no
precisamente austeridad (nuevos ministerios y carrera consular), etc. Desde
ahora, ya crean confrontación y choque de opiniones, por efectos que se
consideran inconvenientes, como sería, por ejemplo, la supresión eventual del
sistema de aseguramiento de la salud a través de las EPS en el país.
Muchos
argumentan que son pocos 100 días de mandato, pero otros pensamos que “desde el
desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo y la comida”.
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