Comentario 15/05/2023
¿Y DEL
CRECIMIENTO Y DEL DESARROLLO QUE PODEMOS ESPERAR?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Pasados
los 9 primeros meses del gobierno de Gustavo Petro, aún no vemos cuáles son sus
planes concretos para crecer, desarrollar, diversificar y hacer progresar la
economía del país. Hasta ahora, y fuera de la reforma tributaria que se aprobó
el año pasado, a través de una coalición de gobierno recién establecida con los
partidos liberal, conservador y de la U, no hay otras gestiones que puedan
palparse como eficientes y eficaces en el mejoramiento de la calidad de vida y
el bienestar de los colombianos.
Su
gobierno se ha enfrascado en una gran cantidad de “luchas” ideológicas a través
de sus discursos de plaza pública y de balcón, así como en el lanzamiento y
“discusión” de su llamadas reformas sociales (laboral, pensional y salud), las
cuales, o bien han sufrido un calvario de contradicciones y de “ires y venires”
con los partidos políticos, los miembros del propio gabinete (varios ya
retirados por esas contradicciones), las organizaciones sociales, el
empresariado y la ciudadanía, o bien han tenido un tortuoso trámite en el
Congreso, lleno de impropiedades.
La
discusión política ha girado alrededor del papel del Estado y del sector
privado en la prestación de algunos servicios sociales, así como en la
administración de recursos del Estado por parte de los particulares. Pero
también, con un enconado discurso contra las que él denomina las clases
privilegiadas, los banqueros y las oligarquías, generando o motivando un odio y
una lucha de clases. Además, la argumentación sobre las que considera necesarias
reivindicaciones sociales para superar la pobreza y el llamado a la
movilización ciudadana para defender las obras de su gobierno y las reformas
legales mencionadas. Todo un mar de discusión política, agresiva y desafiante,
que aceitará en grado sumo la polarización política que ya existía en el país
desde el proceso de paz de Santos en el 2016.
Dichas
acciones de gobierno con sus leyes reformadoras, hasta el momento puede
afirmarse que no tienen pleno y transparente respaldo y que, en su tránsito por
el Congreso, no está garantizada su aprobación, dada la fuerte oposición de los
partidos que no acompañan al gobierno y la desintegración de la coalición de
gobierno, así como la opinión pública desfavorable que han generado. De hecho,
su imagen como presidente ya sólo tiene una favorabilidad del 30% cuando partió
de cifras cercanas al 60% al inicio de su mandato.
El
proceso de trámite en el Congreso de la República es un atasco monumental, ya
que, confiado en sus mayorías ya desintegradas, esperaba la aprobación tipo
“fast track” de las mismas y en el mismo momento, sin embargo, serán materia de
largos debates, ajustes y conciliaciones para poder ver la luz. Ya su alfil en
el Congreso, el senador Roy Barreras, anunció la imposibilidad de tramitarlas
todas con la celeridad, con el cumplimiento de los reglamentos y procedimientos
necesarios, así como también con su retiro forzoso del Congreso como su
presidente, por decisión del Consejo de Estado al declararle doble militancia.
Lo
malo es que ni su programa bandero de la paz total parece tener “buen viento y
buena mar”, es un sartal de “anzuelos”, enredado, farragoso, sin claras y
precisas zonas de logros y de defensa de la constitución, del interés
ciudadano, de las fuerzas militares y, especialmente, de las tan cacareadas
víctimas. Así mismo, la reforma rural integral, apenas si camina, y la idea de
la entrega de los 3 millones de hectáreas a las que se comprometió, de acuerdo
con el mismo acuerdo de paz de Santos, se han empantanado en problemas legales,
presupuestales, de trámite y de prioridades que no lo dejan avanzar, si bien ha
contado con la oferta amplia de tierras disponibles de buena calidad por parte
de del sector ganadero a través de José feliz Lafaurie, presidente de Fedegan.
La
inestabilidad de los miembros de su gobierno por falta de nombramientos, por un
lado, o por su alta rotación, por el otro, con criterios eminentemente
políticos hace que haya muy pocos motivos de optimismo, como se dice “cada
alcalde trae su cuadrilla y manda su año”, o sea nada comienza, persevera y
termina. Tampoco sus relaciones internacionales han atravesado momentos de
calma por su estilo confrontacional y desafiante con los que no comparten sus
opiniones y su injerencia en otros países.
Y
mientras tanto la economía comienza a atravesar un año de grandes dificultades,
ya hay sectores que declaran los meses del inicio de año como de plena
desaceleración, con fuertes descensos, como lo han manifestado los sectores de
comercio, la industria, el inmobiliario y el de vivienda, el transporte, por
ejemplo. La inflación, no cede, es demasiado alta, y deteriora todos los
sectores económicos y la capacidad de compra, ahorro, pago o inversión de las
familias, los precios de muchos artículos siguen por las “nubes” y su proceso
de descenso parece que será lento y tortuoso.
Las
autoridades tratan de controlar la demanda con medidas monetarias y de
elevamiento de las tasas de interés, las cuales, aunque ayudan a desestimular
el consumo, también enfrían la economía y detienen la inversión. Muchos
empresarios afirman “¿con estas tasas quién invierte?”
Y
¿dónde está el papel contra cíclico del gobierno y del presupuesto público?,
con obras, proyectos, desarrollos, programas y beneficios para sectores
productivos o para la economía en general, tales que permitan mantener niveles
de inversión, producción, empleo, desarrollo y consumo razonables.
Definitivamente parece que del gobierno nacional no podemos esperar programas
de crecimiento y de desarrollo, solo discursos de ideología de izquierda y
discusión política polarizante.
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