Comentario 14/08/2023
DEMOCRACIA
Y GOBIERNO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Winston
Churchill, se desempeñó como primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945,
durante la Segunda Guerra Mundial, fue un político, militar, escritor y
estadista británico, ganador del Premio Nobel de Literatura, un pintor
prolífico y uno de los políticos con más años de servicio en la historia
británica. Una de sus muchas y maduras reflexiones, después de conocer los
horrores de la guerra y de los malos gobiernos de los regímenes totalitarios,
comunistas y fascistas, así como un sin número de dictadores monárquicos o
autoproclamados, afirmó: “La democracia es el menos malo de los sistemas
políticos”. Y, agregamos nosotros, pero está amenazado.
Connatural
a las democracias modernas suele existir el modelo económico capitalista, la
separación de poderes, las elecciones libres y abiertas, el respeto por los
valores y principios individuales, así como la propiedad privada y la libertad
de empresa e inversión, educación, régimen de vida, creencias políticas y
religiosas. Las democracias albergan pensamientos filosóficos y políticos de
todas las gamas, desde la derecha a la izquierda pasando por el centro y un
sinnúmero de matices, y esto es en sí mismo una idea poderosa, ya que permite
la alternancia de modelos de pensamiento y estilos de gobierno en el libre
juego electoral.
Sin
embargo, en los últimos años la democracia se ha visto atacada por gobiernos
autoritarios y autocráticos, los cuales, luego de la elección popular, se
arropan en esos principios, pero actúan en formas más cercanas a las dictaduras
de derecha o de izquierda que como verdaderos gobiernos demócratas, con la
sindéresis necesaria para actuar en favor todos los ciudadanos, con prescindencia
de sus convicciones individuales, para ejecutar programas de crecimiento y
desarrollo sociales, económicos y ambientales de beneficio común. En estas
circunstancias, los principios democráticos se ven realmente lesionados, ya
que, suele ocurrir, que los ciudadanos afectos al gobierno propenden por un
cambio del modelo liberal hacia visiones menos democráticas. Pero hay otro
“cáncer” que afecta severamente la estabilidad política y democrática de los
países, por los malos gobiernos autoritarios, los que son, además y
frecuentemente, corruptos, clientelistas, politiqueros y demagogos.
Ahora,
lo peor puede suceder cuando estos dos sesgos antidemocráticos se combinan en
el mismo gobernante. Como afirma el Doctor Armando Estrada Villa en uno de sus
importantes artículos, al comentar sobre estos temas: “Los dictadores o
autócratas actuales simulan ser de verdad demócratas y, por ello, normas y
procesos como la constitución, la separación de poderes, la celebración de
elecciones y el funcionamiento de pesos y contrapesos continúan aparentemente
vigentes. Y es que, en forma tenue y suave, poco a poco, van reformando la
constitución, ajustándola a sus intereses hasta privarla de significado y
atributos. Para satisfacer sus aspiraciones se apoderan de los órganos de
control, hostilizan, amedrentan, desprestigian y arrestan a líderes de la
oposición y subvierten para su beneficio las reglas de juego propias de la
democracia”. (Declive de la democracia, El Colombiano 9/07/2023).
Pues
bien, el gobierno de Gustavo Petro es el clásico ejemplo de ambos problemas:
por una lado, es autocrático y autoritario y quiere abogarse los poderes de las
otras ramas del poder público y, por el otro, es populista, demagogo y
clientelista, con miles de promesas vacías, con uso de la burocracia oficial
para el pago de favores políticos a sus áulicos y con empleo del gasto público
direccionado para comprar partidarios con todo tipo de subsidios, sin el
desarrollo de verdaderas inversiones en infraestructura, conocimiento,
tecnología e innovación que potencien las capacidades del país para subir en
niveles sustantivos en su crecimiento, en su desarrollo, en su producción, en
la generación de oportunidades y de mejores formas para lograr escenarios de
igualdad y equidad. Nos quedamos en el peor de los mundos.
Pero,
si esto fuera poco, ahora resulta su gobierno envuelto en serios líos de
financiación de su campaña política, con violación de las normas electorales y
con muchos indicios de asuntos ilegales, entre sus colaboradores de campaña o
de gobierno, según las recientes declaraciones e indicios suministrados por
Armando Benedetti y por su propio hijo Nicolás Petro, y revelados por la
Fiscalía en audiencias públicas diversas. Los temas rayan con lo penal, no sólo
con lo electoral o lo político.
Todo
lo cual pone en tela de juicio la legitimidad de su gobierno, la aprobación de
sus planes y programas, la credibilidad de su dirección y liderazgo y, por
supuesto, su gobernabilidad. Aunque los temas son de competencia de los órganos
de justicia y las demás instituciones de la democracia quienes deben actuar
(Cortes, Fiscalía, Procuraduría, Congreso, Sistema Electoral) para resolver
tamañas acusaciones y actuaciones, es todo el pueblo colombiano quien sentirá
el remezón de un gobierno, de por sí débil en sus decisiones y tortuoso en sus
ejecuciones, con señalamientos de credibilidad política desde los inicios de su
campaña. Baste recordar las grabaciones de Petro con sus asesores Sebastián
Guanumen, Armando Benedetti, Roy Barreras y tres expertos extranjeros de
extrañas conductas, con la decisión de “destruir” las campañas de sus
contradictores políticos, porque había que ganar a como diera lugar, aunque se
movieran las “líneas éticas”.
Muy
grave para el país tener un nuevo proceso de falta de legitimidad y legalidad,
como ocurrió en el gobierno de Samper, esto afectará todos los ámbitos del
funcionamiento del país por el revuelo político, judicial, de credibilidad, de
legitimidad y de gobernabilidad, con todas sus consecuencias. Aunque la economía
seguirá su camino, pues los empresarios lo que saben hacer es empresas y los
ciudadanos deben seguir sus vidas, no cabe duda de que afectará la relación
Gobierno con las empresas, los partidos políticos, la ciudadanía y las
organizaciones civiles. Y vienen las elecciones regionales del 29 de octubre,
donde, casi seguro, se convertirán en una sanción ejemplar, moral y política,
para el autoproclamado Gobierno del Cambio y su grupo político, el Pacto
Histórico.
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