Comentario 22/08/2023
LA
EDUCACIÓN Y EL PROGRESO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Los
países se transforman a partir de las inversiones privadas y públicas en sus
emprendimientos, en sus empresas, en la infraestructura y en sus desarrollos en
educación, ciencia, tecnología e innovación, tomados estos temas en forma
amplia en su diversidad y complejidad. La evidencia de los países más avanzados
lo demuestra, fueron los hechos de esa naturaleza los que les permitieron
mayores niveles de crecimiento, desarrollo y generación de progreso y riqueza.
Es cierto que una dotación de recursos naturales aprovechables aporta
significativamente al mejor estar de vida, si se saben explotar apropiadamente,
sin causar daño irreversible a la naturaleza y al propio suministro de los
mismos recursos.
Sin
embargo, en nuestra opinión, el hecho detonador del avance de una sociedad es
la educación. Esta noción no es un pensamiento nuevo, viene desde la
antigüedad, para citar una reflexión llena de sabiduría, empleemos el texto
tomado de Irene Vallejo[1] en su muy importante
libro: El infinito en un junco (Biblioteca de Ensayo / Serie mayor, p.
180. Siruela. Edición de Kindle):
«Lo
único que merece la pena es la educación —escribe en el siglo II un
seguidor de este culto—. Todos los otros bienes son humanos y pequeños y no
merecen ser buscados con gran empeño. Los títulos nobiliarios son un bien de
los antepasados. La riqueza es una dádiva de la suerte, que la quita y la da.
La gloria es inestable. La belleza es efímera; la salud, inconstante. La fuerza
física cae presa de la enfermedad y la vejez. La instrucción es la única de
nuestras cosas que es inmortal y divina. Porque solo la inteligencia rejuvenece
con los años y el tiempo, que todo lo arrebata, añade a la vejez sabiduría. Ni
siquiera la guerra que, como un torrente, todo lo barre y arrastra, puede
quitarte lo que sabes».
La
prioridad para todos los seres humanos es, entonces, la educación, según esta
reflexión, la cual comparto ampliamente. Recuerdo a mi padre en la época de la
niñez, decirnos a todos los hermanos: “Hijos: estudien que es lo único que les quedará
en la vida y háganlo bien, de eso dependerá su bienestar”.
Sin
embargo, educar no es apropiar un salón, un profesor, unas ayudas y equipos y
un material didáctico para que los alumnos asistan y asimilen las enseñanzas de
sus maestros. La educación y la formación, que suelen emplearse como palabras
afines, son en realidad dos caras de la misma moneda. La educación son los
conocimientos adquiridos, pero la formación son los criterios desarrollados, es
decir, un ciudadano debe estar bien educado en contenidos, pero mejor formado
en valores, principios, criterios, normas y conductas éticas, con relación a
sus conciudadanos, para participar positivamente en la comunidad donde vive.
Así, sólo una educación de buena calidad y de buen contenido capacita al individuo
para ejercer un oficio o una actividad, tanto como una buena formación,
habilita a la persona para una convivencia armoniosa y constructiva en
comunidad.
Pues
bien, la educación debe ser un verdadero derecho para todos, pero especialmente
para las poblaciones de bajos ingresos. Una buena transformación de la educación
debería propender por ambas cosas: educar tanto como formar, ya que este
binomio son el hecho transformador y potenciador del hombre y su sociedad.
Todos los esfuerzos que se canalicen hacia el ciudadano para rodearlo de
competencia para el desempeño en un oficio, así como en la modelación de su
conducta para una vida en comunidad son totalmente bienvenidos.
Lamentablemente,
los medios de comunicación masiva, con un sin número de programas y actividades
con alto contenido de violencia, sexo, antivalores e ideales malsanos, van
formando una sociedad de jóvenes frecuentemente desadaptados para una buena
pertenecía a la sociedad y para la generación de progreso individual y
colectivo, tales que garanticen una sociedad mejor cada vez.
Es
preocupante ver a los jóvenes y aún a los mayores, que se mantienen pegados de
sus celulares, tabletas, televisores, videojuegos, etc., donde, prácticamente,
ya no interactúan entre sí, por estar absortos en las imágenes o sonidos que
reciben. Estos medios están sustituyendo, en muchos casos, la educación de
calidad y la formación con valores, por conductas violentas, desadaptadas y con
frecuencia drogadictas.
No
estamos creando una nueva sociedad mejor y más próspera, estamos destruyendo la
sociedad que en miles de años y con grandes esfuerzos nuestros antepasados
construyeron. Si permitimos que la interacción humana sea con los dispositivos
y no con otras personas, estamos deseducando y mal formando a las nuevas
generaciones.
Toda
la sociedad debería ser consciente de la trascendencia de la educación y tratar
de encauzar hacia un nuevo nivel de excelencia en los educandos, para ello, los
educadores, así como los padres de familia, tienen mucho que ver, que decir y
qué hacer. Qué bueno sería lograr un compromiso por una educación de calidad,
con formación en valores y principios comunitarios que integren la sociedad y
que éste fuera un compromiso de todos, independientemente de sus colores
políticos, sus posiciones sociales o sus privilegios, para convertirla en norte
y guía de la sociedad.
[1] Irene
Vallejo Moreu (Zaragoza, 1979) es una filóloga y escritora española. Entre
otros premios ha recibido el Premio Nacional de Ensayo 2020 por su libro “El
infinito en un junco” y el Premio Aragón 2021.
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