Comentario 02/10/2023
LA
VISIÓN DE LARGO PLAZO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Muchos
de los problemas que Colombia tiene que resolver son temas que requieren tener
una visión de largo plazo. Aspectos tales como la problemática de la salud, de
las pensiones, de la tenencia de tierras, la pobreza, la carencia de
infraestructura para mejorar la competitividad del país, la educación de
calidad, los problemas de la diversificación de las exportaciones, la
explotación de las reservas petroleras y mineras, los cultivos ilícitos y el
narcotráfico, la implementación del proceso de paz, el cambio climático, etc.,
cada uno de los temas con todas sus complejidades, consecuencias e
implicaciones económicas, políticas, sociales, ambientales y de relaciones
internacionales. Hemos mencionado los más fundamentales, sin agotar, por
supuesto, el inventario de temas complejos y de solución no inmediata.
La
riqueza del pensamiento milenario del pueblo chino acuñó un proverbio que viene
muy bien a esta reflexión: “hasta el camino más largo comienza con el primer
paso”. Y otro gran pensador sobre los temas de estrategia, el profesor Peter
Senge, afirmaba que la visión de largo plazo no es solamente una idea, es una
fuerza de impresionante poder y pocas fuerzas humanas son tan poderosas como
una visión compartida. Hay dos claves muy importantes en esos pensamientos:
comenzar el camino y tener una visión compartida sobre el destino. Eso es
precisamente lo que le debería suceder a Colombia, el tener una visión
conjunta, nacional, universal, compartida y de largo plazo por parte de la
ciudadanía y sus grupos de influencia, tal que permita enfocar los esfuerzos en
la dirección correcta, para iniciar el camino, aunque los resultados sólo se
vean en el largo plazo. Ambas reflexiones invitan a los ciudadanos, los
gobiernos, los movimientos políticos y sociales a pensar en soluciones con
visión de futuro y a construirlas, con planeación, ejecución y supervisión
integradas, hasta volverlas realidad.
Muchos
de los problemas que hemos mencionado antes son de alta complejidad, añejos en
su existencia y fruto de la acumulación de circunstancias, errores,
indecisiones y decisiones de muchísimos años. Sin embargo, con la visión y el
esfuerzo adecuados, se pueden resolver. Es posible pensar en soluciones de
Estado y Nación y no sólo de Gobierno, es decir, soluciones que trasciendan el
periodo de un gobierno y, por ser prioridades nacionales, continúen en su
construcción en todos los gobiernos, independientemente del color político del
mandatario de turno.
Socialmente
y políticamente es importante, además, pensar en puntos de encuentro
comunitarios sobre temas tales como los que se mencionan a continuación a
título de ejemplo, no de sugerencias específicas: la defensa de la democracia y
la participación libre de los ciudadanos en los procesos electorales, la
educación, la salud, la competitividad del país, la infraestructura física y
tecnológica, el uso productivo de la tierra y de los recursos naturales, los
servicios públicos, la gobernabilidad de los asuntos de gobierno, la actuación
armónica y coordinada de los poderes públicos (ejecutivo, legislativo, judicial
y organismos de control), el marco de las relaciones internacionales, los TLC y
el estímulo a las exportaciones, la defensa del medio ambiente y el enfoque
frente al cambio climático, la aplicación de los principios de equidad e
igualdad, la superación de la pobreza, el bienestar social, la generación de
oportunidades de ocupación para superar las brechas del subempleo y la
informalidad, para no enumerar sino los más importantes.
Si,
eligiendo unos de estos temas como los centrales y fundamentales, diéramos el
paso de establecerlos como objetivos nacionales y trazarles un programa de
desarrollo a largo plazo, con soluciones, metas, inversiones, responsables y
recursos, el país mejoraría notablemente su progreso, desarrollo y crecimiento,
transformándose en una sociedad con más y mejores oportunidades para todos y
elevando el nivel de vida, subsecuentemente, y cada vez más.
Por
separado mencionaremos los tres cánceres que erosionan la estabilidad del país
y su progreso: el narcotráfico con sus secuelas regionales y nacionales, la
corrupción y el saqueo de los recursos públicos, y el clientelismo de la clase
política que llena a sus participantes de favores burocráticos o presupuestales
a cambio de votos, con gran detrimento de la eficiencia del Estado. Estos tres
últimos elementos deberían ser, por sí solos, una gran prioridad nacional, ya
que en su combate y solución existen grandes oportunidades para los ciudadanos
y para las comunidades, además, de superar su perniciosa influencia en las
situaciones de violencia e inseguridad.
Ahora,
nada se podrá realizar con visión de largo plazo, si no se forma una verdadera
cultura ciudadana alrededor de las prioridades nacionales, tal que permita que
“todos estemos mirando para el mismo lado”. Este es un proceso complejo de
ilustración, reflexión, negociación y decisión, comenzando por los partidos
políticos diversos y los grupos sociales de opinión y de acción en toda la
geografía, requiere un gran liderazgo y mucha sindéresis, para comprender que
la construcción colectiva de largo plazo aporta mucho más que las soluciones
individuales de corto plazo de cada grupo político que llega al poder. Otras
sociedades demuestran que es posible.
Lo
que hoy vemos en Colombia es la más absoluta rivalidad, pugnacidad,
polarización, falta de concertación y ausencia de mirada de largo plazo. Cada
grupo político quiere superar al otro y en muchos casos, destruir, al opositor.
No se propician el estudio de las prioridades nacionales y sus soluciones
mediatas y de largo plazo en forma consensuada y comprometida, estamos en un
verdadero “sálvese quien pueda” y el gobierno de turno, con su ideología
radical, quiere imponer sus “soluciones”, comenzando por destruir lo
construido. Ni siquiera tenemos una visión compartida de corto plazo, menos
podemos hablar de esa visión colectiva, conjunta y ciudadana para el largo
plazo, sin injerencias inconvenientes y sesgadas de la política o del político
del momento. Hay que aprender a mirar colectivamente hacia el largo plazo y
delinear el futuro para poder construirlo “todos remando para el mismo lado”.
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