Comentario 04/09/2023
LLORA
POR MI ARGENTINA
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Argentina,
uno de los países mejor dotados en recursos, oportunidades y posibilidades
entre los países de Latinoamérica, el otrora envidiado y aclamado por su
estándar de vida, su avance y su progreso, continúa atravesando una situación
económica, política y social explosiva y francamente triste, que invita a
llorar por ella, en contrario sentido de la reconocida canción atribuida a una
famosa frase de Evita Perón (María Eva Duarte), esposa del presidente Juan
Domingo Perón (1946-1952 fundador de un movimiento político llamado peronismo
de tipo populista) : “No llores por mí, Argentina”.
En
pocas palabras, en el momento actual, en lo que respecta a la situación
financiera del país suramericano, donde una devaluación del 22 % se suma a la
existente inflación del 113,4 % interanual y una pobreza del 44 % de la
población, mientras el dólar oficial se cotiza a $130 pesos argentinos, el
“dólar azul”, es decir, el callejero, se cotiza a $330 pesos argentinos por
dólar, una devaluación no declarada en las cuentas del gobierno y en la
economía en general, de más del 150% que causará más estragos hacia el futuro.
Y,
el riesgo país, un indicador calculado por JP Morgan que evalúa las
posibilidades de recuperar una inversión, llegó recientemente a los 2.935
puntos, según Reuters, el nivel más alto desde el 2020, en comparación, el
indicador de riesgo país de Uruguay es de 136 puntos y el de Chile, 169. En
Argentina el riesgo es cerca de 20 veces el de estos últimos países. Hoy los
propios argentinos no saben qué hacer con su moneda y preferirían, a como dé
lugar, poseer dólares y sacar su dinero del país para protegerlo de la
devaluación y la inflación.
Este
es el momento actual, pero la historia económica de Argentina está llena de
sobresaltos, renegociaciones de deuda, bonos del país considerados basura,
fondos de financiación llamados buitres, corralitos monetarios, crisis
bancarias, devaluaciones, cambio de la moneda circulante y financiaciones
extraordinarias por organismos multilaterales, entre ellos, el FMI al que le
deben $44.000 millones de dólares, que nadie sabe de dónde van a salir para
poder pagar. Entre los grandes inversionistas mundiales, ya nadie cree en
Argentina como país de inversión, porque para ellos dejó de ser una nación con
riesgo moderado y multitud de oportunidades.
Argentina
arrastra así grandes problemas que no ha podido resolver, entre ellos un alto
déficit de las cuentas públicas y un gasto con fuerte componente de ayuda
social, acompañado de una importante emisión de su moneda, una economía y
empleo informales en crecimiento, escasez de reservas y de liquidez para
afrontar pagos de la deuda, tarifas energéticas subsidiadas, en el contexto del
encarecimiento del petróleo y del gas por la guerra en Ucrania y una eterna
desconfianza en el peso argentino y en la economía en general, que ha sido
construida de crisis en crisis.
¿Cómo
se llegó allí?
Simple
y llanamente por populismo, demagogia, manejo poco ortodoxo y abuso de su Banco
Central (Banco de la República) para financiar gasto público, lo cual ha
ocasionado el desajuste extremo en sus finanzas públicas, de hecho, los pasivos
del Banco Central son mayores por mucho al total de sus activos, caos que ha
llevado a Javier Milei, ganador de la mayor votación en las recientes
elecciones primarias para definir candidatos a la Presidencia, a afirmar que
uno de sus primeros actos de gobierno sería cerrar el Banco Central, para
acabar con el desorden monetario y la corrupción de los gobiernos
Kirchneristas.
El
kirchnerismo es un movimiento político de Argentina que se basa en los
principios e ideales del peronismo, pero con una orientación más progresista.
El kirchnerismo surgió en el año 2003, cuando Néstor Kirchner asumió la
presidencia del país tras la grave crisis económica, social y política de 2001.
Kirchner impulsó una serie de medidas, poco exitosas, para reactivar la
economía, renegociar la deuda externa, fortalecer el rol del Estado, ampliar
los derechos sociales y humanos, y enfrentar los crímenes de la dictadura
militar.
Tras
su muerte en 2010, su esposa y sucesora, Cristina Fernández de Kirchner,
continuó con su proyecto político hasta el año 2015, cuando finalizó su segundo
mandato. Actualmente actúa como la vicepresidenta del gobierno de Alberto
Fernández, quien termina su mandato en diciembre del presente año. El
kirchnerismo también generó fuertes resistencias y críticas por parte de
sectores de la oposición, los medios de comunicación, el poder judicial y
algunos grupos sociales, que lo acusaron de autoritarismo, corrupción,
populismo e intervencionismo (cualquier parecido con el gobierno actual de
Petro en Colombia no es mera coincidencia).
El
éxito del candidato Milei se explica como una reacción de “rabia y desespero”
de gran parte de la población frente a la situación actual económica, política
y social, que ha llevado al propio presidente Fernández a afirmar que: “Yo
ese malestar lo entiendo”, ya que, desde el fin de semana de las
elecciones, Argentina ha sufrido varios ataques y robos a locales comerciales
en distintos puntos del territorio, lo que, según el presidente, ha sido obra
de bandas organizadas. Y afirma también: “Algunos agitaron eso aprovechando
un momento difícil y el resultado electoral, con fines de robos y algunos con
fines políticos”.
Frustración,
incertidumbre y desespero son las motivaciones actuales del pueblo Argentino,
de hecho, para muchos ciudadanos, el país está en una sin salida, si no hay un
cambio radical en el estilo y la forma de gobierno, con vuelta a la ortodoxia y
el buen manejo monetario y de los presupuestos públicos, con generación de
confianza para atraer, de nuevo, a la inversión extranjera y para reactivar su
economía productiva tal que se combata la inflación y el desgreño del gobierno
en el manejo del gasto público. Pero, lamentablemente, muchos ciudadanos
quieren seguir viviendo de subsidios del Estado a los que los acostumbró el
kirchnerismo, sin causa que realmente lo justifique, distinta a las
pretensiones políticas de los líderes de ese movimiento político de corte
caudillista.
Debemos
aprender de Argentina, ese no es el camino, no conduce a ningún destino
exitoso, por el contrario, es una vía segura a un proceso de deterioro
económico y social que se profundiza más y más, cada vez que los gobiernos
progresistas quieren continuar con su modelo estatista, populista, demagógico e
intervencionista.
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