Comentario 17/10/2023
¿IDEOLOGÍA
O BUEN GOBIERNO?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
La
tradición popular nos ha enseñado que “desde el desayuno se sabe cómo va a ser
el almuerzo” y si este simbólico mensaje lo aplicamos al gobierno de Gustavo
Petro, nos faltan tres años de mal “desayuno y pésimo almuerzo”. Hay una
diferencia sustancial con el presidente y sus colaboradores, por un lado,
demasiada ideología de izquierda radical, rancia y obtusa, que ha demostrado su
fracaso con los modelos socialistas de estado que se han implementado en muchos
países y que conducen generalmente a la pobreza, la pérdida de libertades es
estatismo, el sectarismo y el autoritarismo. El segundo elemento es la
demasiada improvisación, falta de criterio, de experiencia y de decisión.
Veamos cada tema:
Un
país con democracia liberal e institucionalidad a través del separación de
poderes, como Colombia, se puede gobernar con una orientación política de
izquierda o de derecha, de hecho, la alternancia de “sabores y colores” en el pensamiento político de los
gobiernos locales y regionales en los últimos años y particularmente desde la
constitución del 91, demuestra a las claras
que sí es posible, en ocasiones gobernarán personas de centro, otras de
derecha y otras de izquierda, en ciudades diferentes en los mismos períodos.
La
ideología no es el problema, la esencia del asunto es el buen gobierno, es
decir, diseñar, decidir, ejecutar y controlar obras de desarrollo, progreso y
crecimiento para toda la comunidad, tal que se generen nuevas, mejores y más
diversas oportunidades para todos los ciudadanos, sin distinción de clase,
raza, credo político o religioso, nivel de educación, ubicación, en una
palabra, sin ningún tipo de segregación.
Cuando
decimos gobernar para todos, es claro, para todos. El gobierno lo eligen sus
partidarios, pero una vez en el mando, debe cumplir con la constitución y las
leyes y debe ejecutar un buen gobierno para la ciudadanía. Un gobierno nacional
o regional está diseñado para solucionar los problemas de la comunidad y
propender por su mejoramiento y progreso, no para imponer la ideología de su
partido, dado que entre todos los ciudadanos habrá también las más variadas
ideas política concurrentes o divergentes. Un buen gobierno aglutina a sus
conciudadanos con las soluciones, no con las preconcebidas ideas políticas,
que, si las quiere imponer, le darán un grado de confrontación política y
polarización que puede llegar aún a paralizar su gestión ejecutiva y sus
relaciones con los demás órganos del poder público. Todo lo descrito es lo que
sucede con el mandato de Gustavo Petro, demasiada ideología que se quiere
imponer y poca acción de gobierno.
Veamos
el otro frente de las ocurrencias de este malhadado gobierno, su ejecución es
muy pobre, las realizaciones pocas y mal hechas. Baste mencionar las crisis que
se han ido generando, acumulando y profundizando, bien por falta de atención
oportuna, por no enfrentar sus consecuencias o por aplazar sus impactos, más
con cálculo político que por falta de recursos los cuales la reforma tributaria
le ha proporcionado generosamente, a todo lo cual se suma la mala gestión de
sus funcionarios más cercanos, mencionemos sólo unos pocos casos donde se han
generado verdaderas crisis:
- En el sector energético.
- En el sector de vivienda.
- Con los precios de combustibles, el SOAT y el transporte colectivo o de mercancías.
- En los organismos de regulación como la CREG.
- En el trámite de las reformas sociales.
- Con la coalición de gobierno que él mismo destruyó.
- Con sus posiciones radicales con el medio ambiente versus la explotación racional de recursos minerales.
- El proceso de paz de tumbo en tumbo.
- La compra de tierras agrícolas para la solución agraria a paso de tortuga.
- Manejo presupuestal inacabado o mal ejecutado.
- De “pelea” con los que piensen diferente.
- Las obras de infraestructura, las 4G particularmente, envolatadas o con proyectos como el metro de Bogotá atrancados por su decisión.
- Viene el niño y nos cogerá mal preparados, con proyecto sin terminar y problemas en toda la cadena de valor energética.
- Soluciones para el campo, anunciadas, no ejecutadas.
- El sector privado es “el enemigo malo del país” y el sector financiero es una maldición para el desarrollo del país.
- Pelea con gremios y falta de entendimiento para acciones conjuntas y mancomunadas.
- Afán de estatización de todo tipo de servicios, organizaciones y decisiones.
- Influencia política en temas eminentemente técnicos o gremiales.
- Problemas en las relaciones internacionales al emplear criterios ideológicos y no diplomáticos.
- Sus conductas personales de ausencias, falta de decisiones y continuas contradicciones no permiten saber para dónde va o dónde está.
- Las acusaciones contra su campaña previa a la elección como presidente, dejan un manto de duda y de desconfianza sobre su legitimidad.
- Y así sucesivamente.
O
el presidente no gobierna o no deja cogobernar a sus más cercanos
colaboradores, ministros y viceministros, o bien éstos tampoco lo hacen por
temor a reacciones de agresión verbal y descalificación del propio presidente.
O por falta de conocimiento y preparación, demasiada improvisación, lo cual
configura un escenario de pésimo gobierno como lo muestra las encuestas de
favorabilidad donde le presidente ya tiene una aceptación inferior el 30%.
¿Cómo irá a ser el “almuerzo” si así ha sido el “desayuno”? Más buen gobierno y
menos ideología es lo que requerimos.
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