domingo, 19 de noviembre de 2023

¿RADICALIZACIÓN O CONCERTACIÓN?

 Comentario 20/11/2023

 

¿RADICALIZACIÓN O CONCERTACIÓN?

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Las elecciones regionales del 29 de octubre no son una sorpresa en cuanto al resultado de un giro hacia el centro o la derecha, según las votaciones que favorecieron en alcaldías y gobernaciones a personas diferentes de los candidatos del pacto histórico o de sus aliados políticos. Era evidente el desgaste del gobierno a los pocos meses de haber iniciado su mandato, por la confrontación permanente con los que no lo favorecen, con la clase empresarial o con la llamada “oligarquía”, frente a los cuales asume y pregona posiciones de lucha de clases.

Una evidencia de ese desgaste son los tropiezos continuos en su mandato, las acusaciones en muchos frentes de su campaña o de su gobierno, aún provenientes de sus propios parientes, los fracasos a nivel del congreso con sus distintas reformas, la inacción de sus ministros, la falta de ejecución presupuestal y de soluciones reales a los problemas del país, los constantes rechazos de las cortes con los actos de su gobierno por considerarlos inconstitucionales y su profunda falta de favorabilidad en las encuestas ciudadanas, la cual llega ya a más del 60% de opinión pública negativa. En Colombia, el “mar” de los arrepentidos es cada vez más ancho y profundo.

Incluso varias publicaciones internacionales (El País de España y The Economist de Gran Bretaña, por ejemplo) manifiestan su total decepción y desconcierto con el gobierno del cambio, por sus demasiadas promesas, con poca o ninguna ejecución, que se han vuelto más populismo y demagogia que verdaderos logros, en síntesis, sensación de frustración y desencanto. Más al considerar que es en realidad el primer ejercicio de un presidente verdaderamente de la izquierda en toda la vida republicana colombiana, en el cual existía una gran expectativa y hasta voces de marcada justificación sobre la necesidad de un gobierno de este talante para Colombia.

Algunos de sus seguidores afirman que “no lo han dejado gobernar”, que él sí puede, pero la realidad es que nadie ha hecho nada por obstaculizar su gobierno, distinto de oponerse democráticamente a sus ideas en los foros públicos, en el congreso, en las asambleas o en los consejos. En reiteradas ocasiones el sector privado le ha ofrecido su colaboración armónica, pero sólo ha recibido como respuesta oídos sordos y desplantes de todo tipo, incluidas sus constantes ausencias e incumplimientos y las dudas sobre su capacidad y lucidez para gobernar, por problemas de dependencia de algún tipo de sustancia psicoactiva. Él, por su parte, lo niega y no permite que un consejo médico independiente lo examine, para certificar su idoneidad, lo cual le pone más “sal a la herida”. En la práctica, con lo visto hasta ahora, hay una verdadera incapacidad o falta de destreza para gobernar por él mismo, por sus ministros y sus representantes en todos los campos, sólo arengas, sólo amenazas y titubeos, con poca efectividad y sin ninguna contundencia.

Sí son, por el contrario, una verdadera sorpresa los resultados electorales regionales del 29 de octubre, en cuanto a la contundencia de estos, especialmente en algunas de las ciudades capitales y en los departamentos principales. Es evidente el descontento, el desencanto y la sensación de “engaño” con las promesas de cambio del presidente Petro y de sus áulicos. Hasta la propia vicepresidenta, Francia Márquez, manifiesta su total desconcierto por prometer todo lo que no han cumplido, ni aún para su propio terruño donde se proponía dotarlo de condiciones de vida más dignas y todavía no lo ha logrado. Sin embargo, afirma que tiene el corazón bien puesto en lo prometido, pero que se siente “cansada y frustrada” por no haberlo logrado, y, para los ciudadanos, no basta decir, que apenas está comenzando. Prometer gobernar con acierto es una cosa, hacerlo con verdadero concierto es otra muy distinta.

Ahora, la pregunta es: ¿qué sigue ahora? El gobierno de Petro, que ya está desacreditado y goza de poco respaldo, seguir jugando a la compra de votos favorables en el congreso para pasar sus iniciativas y reformas a punta de “mermelada”, con el “convencimiento” de uno a uno de los congresistas, pasando por encima de las estructuras de los partidos políticos que han salido fortalecidos luego de las elecciones del 29 de octubre, es un desgaste y un error mayúsculo.

En esencia, lo que nos preguntamos hoy es si Petro se radicalizará en sus posturas de izquierda recalcitrante o si aceptará una apertura mental para concertar un programa de gobierno y reformas realistas para el país, sin el énfasis totalitario, estatista y autocrático que él ha querido ponerles a sus actos de gobierno. Muchas veces el presidente Petro habla de acuerdos nacionales, pero sin verdadera apertura a las opiniones diversas, sólo considerando sus paradigmas, parámetros y estilos, como si fueran “palabra de Dios”.

Si reconocemos el talante egocéntrico de Gustavo Petro, sabemos que no querrá dar el brazo a torcer, sin importar el costo, inclusive se volverá más radical y dogmático, en nuestra opinión. No le importará tampoco qué suceda con el país, sus carencias y sus necesidades, dado que la economía y las instituciones colombianas han demostrado su fortaleza como para no derrumbarse, pero sí para afectarse por la actitud regresiva de su gobierno y por la falta de aplicación eficaz del gasto público, ya lo vemos en el bajo crecimiento de la economía y en la caída de la demanda y la inversión privadas.

Tememos que aún nos quedan tres años del “mandato del cambio”, en la "potencia mundial de la vida", donde la paz y la seguridad son escasas, hoy desbordadas y fuera de control, con un exceso de narcotráfico y delincuencia, y un gobierno radical, desprestigiado e ineficaz. Espero estar equivocado, sólo el tiempo lo dirá. Lo cierto es que el país está aprendiendo muy rápido sobre el estilo de gobierno de la izquierda y sus consecuencias.

sábado, 11 de noviembre de 2023

EL SECTARISMO DE PETRO

 Comentario 14/11/2023

 

EL SECTARISMO DE PETRO

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Es notable durante las campañas electorales ver a los candidatos de todas las tendencias políticas participando en una elección, exponer, defender y debatir su ideario, sus programas y sus políticas con firmeza, convicción y vigor. Es lo propio de una candidatura, lo contrario no se entendería o se mal interpretaría.

No importa la tendencia política, la obligación de un candidato íntegro es vender su programa y promoverse como candidato elegible, con las cualidades y características necesarias para ser percibido como idóneo y competente para el cargo al cual aspira.

Desde hace algunos años las campañas políticas en Colombia se han vuelto cada vez más pugnaces y agresivas, a veces con visos de violencia y con “jugaditas” que rayan con conductas poco éticas o que bordean la línea fina de lo legal y lo ilegal. Desprestigiar al contrincante con todo tipo de afirmaciones descompuestas o con falsas noticias o hacer eco o crear rumores y maledicencias no fundamentadas en la verdad, es el pan nuestro de cada día en las campañas, en muchos de los participantes, y, por fortuna, no en todos los candidatos. Algunos, que justamente brillan con notoriedad por su conducta recta, no fundamentan su campaña en destruir la del contrario sino más bien en presentar las razones para que los ciudadanos tomen la decisión del voto a su favor.

Todo eso sucede, desafortunadamente, en una campaña electoral nacional o regional, pero cuando finalmente un candidato es elegido para un cargo de gobierno, no solo deberá ejercer como gobernante en consideración a sus electores, sino de todos los ciudadanos. La madurez de un buen político y su sindéresis como gobernante lo lleva superar las rencillas de campaña y a proclamar, frecuentemente, que su gobierno será de unidad. Inclusive, en muchos casos, se nombran representantes de varios sectores de opinión en los cargos de representación de un gobernante, con el fin de integrar el pensamiento y la acción en la misma dirección, consultando diversas corrientes de opinión y facilitando la acción de gobierno por encontrar menor resistencia a las iniciativas de transformación o cambio.

Reflexionemos ahora en lo que le viene sucediendo al país con el presidente Gustavo Petro, quien se eligió con el 50.44% de los votos, es decir, una mayoría leve. El otro 49.56% tenía una opinión o preferencia diferente, y, sin embargo, debe aceptar al nuevo presidente, tanto como éste a todos los ciudadanos. La elección termina, y comienza el gobierno para toda la comunidad. Es cierto sí que cada gobernante tendrá inclinaciones por sus colaboradores, de tal manera que sean compatibles con su estilo y forma de gobierno, pero el gobierno, como un todo, es para los colombianos, sin distinción alguna.

El gobierno de Gustavo Petro ha demostrado ser francamente sectario y fanático, con una tendencia a radicalizarse cada vez más en su ideología de izquierda, en su concepción estatista, asistencialista, autoritaria y autocrática, veamos:

  • No a mucho andar en su gobierno despidió a tres ministros que significaban un punto de equilibrio en el énfasis de su estilo, los notables profesionales Alejandro Gaviria, José Antonio Ocampo y Cecilia López.
  • Inició su mandato con una coalición de otros partidos, a los cuales rápidamente los sacó de los cargos y proyectos donde estaban comprometidos, como fue el caso del partido Liberal, Conservador y de la U.
  • Los miembros de su gobierno son miembros de las corrientes de la izquierda cada vez más radical, con lo cual, poco de unidad nacional habrá.
  • La hasta ahora fallida imposición de sus reformas política, laboral, pensional y de salud, sin concertación ni encuentro con otras corrientes de opinión está causando una mayor contradicción y polarización de las fuerzas políticas y de los movimientos ciudadanos.
  • Sus alocuciones representan un verdadero desafío, ya que fomentan el odio de clases, desacreditan sin justificación a sus opositores y desatan pasiones que pueden inducir a la violencia y la venganza
  • La continua descalificación al sector privado en su contribución al empleo, al progreso y al desarrollo del país, genera un verdadero cortocircuito en las relaciones del sector privado con el gobierno. De hecho, en 15 meses de gobierno no hay ningún acto de colaboración armónica, ya que el presidente inhabilita la opinión del sector privado o de sus contrarios políticos.
  • En materia de relaciones exteriores no ha querido citar a la Comisión de Relaciones Exteriores del país, conformada por expresidentes, para evitar tener en cuenta sus opiniones.
  • Sus políticas asistencialistas, según las cuales el país debe generar subsidios, no crear oportunidades, representan una contradicción adicional.
  • Sus preferencias por los líderes políticos nacionales o regionales afines, descalifica por completo cualquier sentido de colaboración de opiniones disidentes, pero necesarias para la buena gobernabilidad del país.
  • En materia de seguridad y paz, no puede haber más contradicción con diferentes sectores de opinión que manifiestan su inconformidad por ver que va por mal camino, por un lado, pero agravando la problemática de violencia, secuestro, extorsión, toma de territorios, etc., por el otro, en toda la geografía del país.
  • Su talante impositivo e imperativo lo lleva a “inmiscuirse” en temas que no son de su resorte, pero que forman parte del interés nacional en otras instancias.
  • Y, para no alargar, así sucesivamente, con este sectario “profesional”.

martes, 7 de noviembre de 2023

LA EXPLOSIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

 Comentario 07/11/2023

 

LA EXPLOSIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Un partido político está conformado por un grupo significativo de ciudadanos que comparten visiones, criterios, valores y posiciones comunes sobre temas relacionados con la sociedad, con el gobierno (internacional, nacional o regional) y con las instituciones que conforman las autoridades del Estado en el cual quieren influir con su participación democrática en elecciones populares, para ejercer cargos de dirección o de gobierno, los cuales influyen en la opinión pública a nivel nacional o internacional.

Los partidos políticos son inherentes, entonces, a los modelos de Estados democráticos y participativos. No se concibe un país democrático sin partidos y sus dirigentes y militantes, por supuesto, representan e interpretan el interés de la comunidad. Los partidos políticos, en consecuencia, son fundamentales para la democracia, ya que permiten expresar la pluralidad de opiniones, canalizar las demandas sociales y controlar el ejercicio del poder público.

En cada país existen culturas y tendencia políticas que suelen aglutinarse en varias (de dos a cuatro partidos diferentes y en ocasiones uno que otro más), los cuales representan todo el espectro ideológico, desde la izquierda hasta la derecha, o dicho de otra manera desde modelos socialistas, pasando por los socialdemócratas, los partidos políticos liberales y los conservadores, hasta llegar conceptos extremos de tipo capitalista. No mencionamos partidos políticos de gobiernos totalitarios de derecha o de izquierda, donde suele haber un solo partido, el del gobierno, y donde normalmente se menosprecia la oposición. Los partidos políticos en democracia, por consiguiente, se caracterizan por tener una estructura formal, una ideología definida, una militancia voluntaria, un financiamiento público y privado, un reconocimiento legal y participan activamente en los diversos procesos electorales.

Ahora, ¿qué ocurre si en el país hay 36 partidos políticos, como sucede actualmente en Colombia? Es una historia para el anecdotario mundial, parece increíble y una situación como para Ripley. Resulta que a partir de la constitución de 1991 y con el fin de democratizar la política y darle cabida a otros grupos de pensamiento político diferentes del bipartidismo tradicional (liberales-conservadores), así como a movimientos insurgentes que entraron a formar parte de la vida civil, se modificaron las normas electorales y de los partidos políticos y con ello se abrió la puerta a que, con muy bajos requisitos, un grupo de ciudadanos calificara como movimiento político y optara a un reconocimiento de tal naturaleza, facultándolo las autoridades electorales a obrar como tal.

Así ocurrió, en efecto, y el resultado son 36 partidos actuales más muchos grupos significativos de movimiento ciudadanos y no se sabe cuántos más hacia el futuro, ya que podrían aparecer nuevos con las normas electorales vigentes para la regulación de estos movimientos. Por supuesto que algunos pueden desaparecer por su baja representación política ya que deben acreditar un mínimo de 3% de los votos en elecciones populares para seguir siendo reconocidos. El partido Comunes, por ejemplo, que representa el interés de los excombatientes de las FARC, de acuerdo con el proceso de paz FARC-Santos del 2016, deberá desaparecer, ya que, en las elecciones del 2022, sólo obtuvo 0.15% del umbral electoral, es decir, cerca de 25.000 votos solamente, y, sin embargo, hoy reciben todos los beneficios que el acuerdo de paz les concedió y la ley electoral también, y mantienen, por ahora, su representación en el Congreso de la República, ocupando varias curules.

Resulta ser, entonces, que le abrimos la puerta a que todos los grupos de ciudadanos, movimientos étnicos, grupos de asociación y colectivos sociales, de cualquier naturaleza, puedan aglutinarse para indicar que disponen de un pensamiento político y que por lo tanto merecen ser partido político y recibir todo tipo de beneficios, inclusive la financiación del Estado.

Muchas son las consecuencias, especialmente negativas, porque muchos de esos partidos políticos tienden a ser entonces maquinarias electorales fundamentalmente, las cuales se “aceitan” para avalar candidatos en los períodos de elección popular y buscar curules, diputaciones, concejalías, cargos públicos, cargos diplomáticos, alcaldías, gobernaciones, ministerios, cargos de gobierno, etc., etc., etc. con el pago y en contraprestación con el recibo de favores electorales. Además, la nitidez ideológica de los partidos actuales se perdió, su ideario, su liderazgo frente a causas ciudadanas, a temas de trascendencia nacional o internacional son muy pobres, todo lo cual los desfigura como serios e idóneos representantes de grupos amplios de opinión pública.

También, es difícil verlos como verdaderos partidos de gobierno o de oposición, a veces sí y a veces no, un poco dependerá de las gabelas y beneficios que obtengan para ellos y sus grupos de interés. Aquí se fomentan todos los vicios de la política como el clientelismo, el populismo, el nepotismo, y de allí, a un pasito corto, llegar a la corrupción, no solo electoral sino también con el presupuesto público y con su injerencia en el gobierno y en las demás ramas del poder público. Ahora, sin partidos fuertes, se afecta la gobernabilidad y se fomenta la “mermelada”, como forma de favorecer determinadas decisiones o actuaciones políticas de interés para el gobierno de turno.

De hecho, según diferentes encuestas de opinión, la credibilidad, aceptación y afinidad de los ciudadanos con los partidos políticos es actualmente muy desfavorable, ya poco se cree en ellos, y ahora no despiertan el fervor y la pasión ideológica de antes, a muchos se les ve como clientelistas, corruptos y por supuesto, politiqueros. Politiquero es un calificativo que se usa para describir a una persona que se dedica a la política de forma oportunista o demagógica, sin tener en cuenta el bien común o los principios éticos. Un politiquero es alguien que busca el poder por el poder, que manipula a la opinión pública con falsas promesas, que se aprovecha de los recursos públicos para beneficio propio o de su grupo, que no respeta las leyes ni las instituciones democráticas, y que no tiene una ideología definida, sino que cambia según las mayores conveniencias. Con 36 partidos políticos en Colombia, podemos esperar cada vez más politiqueros y cada vez menos hombres de Estado íntegros y al servicio de ideales nobles para la comunidad.

ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO

  Comentario 07/07/2025   ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO   Por: Carlos Alberto Mejía C. Ingeniero Industrial y Administrativo. ...