Comentario 20/11/2023
¿RADICALIZACIÓN
O CONCERTACIÓN?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Las
elecciones regionales del 29 de octubre no son una sorpresa en cuanto al
resultado de un giro hacia el centro o la derecha, según las votaciones que
favorecieron en alcaldías y gobernaciones a personas diferentes de los
candidatos del pacto histórico o de sus aliados políticos. Era evidente el
desgaste del gobierno a los pocos meses de haber iniciado su mandato, por la
confrontación permanente con los que no lo favorecen, con la clase empresarial
o con la llamada “oligarquía”, frente a los cuales asume y pregona posiciones
de lucha de clases.
Una
evidencia de ese desgaste son los tropiezos continuos en su mandato, las
acusaciones en muchos frentes de su campaña o de su gobierno, aún provenientes
de sus propios parientes, los fracasos a nivel del congreso con sus distintas
reformas, la inacción de sus ministros, la falta de ejecución presupuestal y de
soluciones reales a los problemas del país, los constantes rechazos de las
cortes con los actos de su gobierno por considerarlos inconstitucionales y su
profunda falta de favorabilidad en las encuestas ciudadanas, la cual llega ya a
más del 60% de opinión pública negativa. En Colombia, el “mar” de los
arrepentidos es cada vez más ancho y profundo.
Incluso
varias publicaciones internacionales (El País de España y The Economist de Gran
Bretaña, por ejemplo) manifiestan su total decepción y desconcierto con el
gobierno del cambio, por sus demasiadas promesas, con poca o ninguna ejecución,
que se han vuelto más populismo y demagogia que verdaderos logros, en síntesis,
sensación de frustración y desencanto. Más al considerar que es en realidad el
primer ejercicio de un presidente verdaderamente de la izquierda en toda la
vida republicana colombiana, en el cual existía una gran expectativa y hasta
voces de marcada justificación sobre la necesidad de un gobierno de este
talante para Colombia.
Algunos
de sus seguidores afirman que “no lo han dejado gobernar”, que él sí puede,
pero la realidad es que nadie ha hecho nada por obstaculizar su gobierno,
distinto de oponerse democráticamente a sus ideas en los foros públicos, en el
congreso, en las asambleas o en los consejos. En reiteradas ocasiones el sector
privado le ha ofrecido su colaboración armónica, pero sólo ha recibido como
respuesta oídos sordos y desplantes de todo tipo, incluidas sus constantes
ausencias e incumplimientos y las dudas sobre su capacidad y lucidez para
gobernar, por problemas de dependencia de algún tipo de sustancia psicoactiva.
Él, por su parte, lo niega y no permite que un consejo médico independiente lo
examine, para certificar su idoneidad, lo cual le pone más “sal a la herida”.
En la práctica, con lo visto hasta ahora, hay una verdadera incapacidad o falta
de destreza para gobernar por él mismo, por sus ministros y sus representantes
en todos los campos, sólo arengas, sólo amenazas y titubeos, con poca
efectividad y sin ninguna contundencia.
Sí
son, por el contrario, una verdadera sorpresa los resultados electorales
regionales del 29 de octubre, en cuanto a la contundencia de estos,
especialmente en algunas de las ciudades capitales y en los departamentos
principales. Es evidente el descontento, el desencanto y la sensación de
“engaño” con las promesas de cambio del presidente Petro y de sus áulicos.
Hasta la propia vicepresidenta, Francia Márquez, manifiesta su total
desconcierto por prometer todo lo que no han cumplido, ni aún para su propio
terruño donde se proponía dotarlo de condiciones de vida más dignas y todavía
no lo ha logrado. Sin embargo, afirma que tiene el corazón bien puesto en lo
prometido, pero que se siente “cansada y frustrada” por no haberlo logrado, y,
para los ciudadanos, no basta decir, que apenas está comenzando. Prometer
gobernar con acierto es una cosa, hacerlo con verdadero concierto es otra muy
distinta.
Ahora,
la pregunta es: ¿qué sigue ahora? El gobierno de Petro, que ya está
desacreditado y goza de poco respaldo, seguir jugando a la compra de votos
favorables en el congreso para pasar sus iniciativas y reformas a punta de
“mermelada”, con el “convencimiento” de uno a uno de los congresistas, pasando
por encima de las estructuras de los partidos políticos que han salido
fortalecidos luego de las elecciones del 29 de octubre, es un desgaste y un
error mayúsculo.
En
esencia, lo que nos preguntamos hoy es si Petro se radicalizará en sus posturas
de izquierda recalcitrante o si aceptará una apertura mental para concertar un
programa de gobierno y reformas realistas para el país, sin el énfasis
totalitario, estatista y autocrático que él ha querido ponerles a sus actos de
gobierno. Muchas veces el presidente Petro habla de acuerdos nacionales, pero
sin verdadera apertura a las opiniones diversas, sólo considerando sus
paradigmas, parámetros y estilos, como si fueran “palabra de Dios”.
Si
reconocemos el talante egocéntrico de Gustavo Petro, sabemos que no querrá dar
el brazo a torcer, sin importar el costo, inclusive se volverá más radical y
dogmático, en nuestra opinión. No le importará tampoco qué suceda con el país,
sus carencias y sus necesidades, dado que la economía y las instituciones
colombianas han demostrado su fortaleza como para no derrumbarse, pero sí para
afectarse por la actitud regresiva de su gobierno y por la falta de aplicación
eficaz del gasto público, ya lo vemos en el bajo crecimiento de la economía y
en la caída de la demanda y la inversión privadas.
Tememos
que aún nos quedan tres años del “mandato del cambio”, en la "potencia mundial
de la vida", donde la paz y la seguridad son escasas, hoy desbordadas y fuera
de control, con un exceso de narcotráfico y delincuencia, y un gobierno
radical, desprestigiado e ineficaz. Espero estar equivocado, sólo el tiempo lo
dirá. Lo cierto es que el país está aprendiendo muy rápido sobre el estilo de
gobierno de la izquierda y sus consecuencias.
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