Comentario 14/11/2023
EL
SECTARISMO DE PETRO
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Es
notable durante las campañas electorales ver a los candidatos de todas las
tendencias políticas participando en una elección, exponer, defender y debatir
su ideario, sus programas y sus políticas con firmeza, convicción y vigor. Es
lo propio de una candidatura, lo contrario no se entendería o se mal
interpretaría.
No
importa la tendencia política, la obligación de un candidato íntegro es vender
su programa y promoverse como candidato elegible, con las cualidades y
características necesarias para ser percibido como idóneo y competente para el
cargo al cual aspira.
Desde
hace algunos años las campañas políticas en Colombia se han vuelto cada vez más
pugnaces y agresivas, a veces con visos de violencia y con “jugaditas” que
rayan con conductas poco éticas o que bordean la línea fina de lo legal y lo
ilegal. Desprestigiar al contrincante con todo tipo de afirmaciones
descompuestas o con falsas noticias o hacer eco o crear rumores y maledicencias
no fundamentadas en la verdad, es el pan nuestro de cada día en las campañas,
en muchos de los participantes, y, por fortuna, no en todos los candidatos.
Algunos, que justamente brillan con notoriedad por su conducta recta, no
fundamentan su campaña en destruir la del contrario sino más bien en presentar
las razones para que los ciudadanos tomen la decisión del voto a su favor.
Todo
eso sucede, desafortunadamente, en una campaña electoral nacional o regional,
pero cuando finalmente un candidato es elegido para un cargo de gobierno, no
solo deberá ejercer como gobernante en consideración a sus electores, sino de
todos los ciudadanos. La madurez de un buen político y su sindéresis como
gobernante lo lleva superar las rencillas de campaña y a proclamar,
frecuentemente, que su gobierno será de unidad. Inclusive, en muchos casos, se
nombran representantes de varios sectores de opinión en los cargos de
representación de un gobernante, con el fin de integrar el pensamiento y la
acción en la misma dirección, consultando diversas corrientes de opinión y
facilitando la acción de gobierno por encontrar menor resistencia a las
iniciativas de transformación o cambio.
Reflexionemos
ahora en lo que le viene sucediendo al país con el presidente Gustavo Petro,
quien se eligió con el 50.44% de los votos, es decir, una mayoría leve. El otro
49.56% tenía una opinión o preferencia diferente, y, sin embargo, debe aceptar
al nuevo presidente, tanto como éste a todos los ciudadanos. La elección
termina, y comienza el gobierno para toda la comunidad. Es cierto sí que cada
gobernante tendrá inclinaciones por sus colaboradores, de tal manera que sean
compatibles con su estilo y forma de gobierno, pero el gobierno, como un todo,
es para los colombianos, sin distinción alguna.
El
gobierno de Gustavo Petro ha demostrado ser francamente sectario y fanático,
con una tendencia a radicalizarse cada vez más en su ideología de izquierda, en
su concepción estatista, asistencialista, autoritaria y autocrática, veamos:
- No a mucho andar en su gobierno despidió a tres ministros que significaban un punto de equilibrio en el énfasis de su estilo, los notables profesionales Alejandro Gaviria, José Antonio Ocampo y Cecilia López.
- Inició su mandato con una coalición de otros partidos, a los cuales rápidamente los sacó de los cargos y proyectos donde estaban comprometidos, como fue el caso del partido Liberal, Conservador y de la U.
- Los miembros de su gobierno son miembros de las corrientes de la izquierda cada vez más radical, con lo cual, poco de unidad nacional habrá.
- La hasta ahora fallida imposición de sus reformas política, laboral, pensional y de salud, sin concertación ni encuentro con otras corrientes de opinión está causando una mayor contradicción y polarización de las fuerzas políticas y de los movimientos ciudadanos.
- Sus alocuciones representan un verdadero desafío, ya que fomentan el odio de clases, desacreditan sin justificación a sus opositores y desatan pasiones que pueden inducir a la violencia y la venganza
- La continua descalificación al sector privado en su contribución al empleo, al progreso y al desarrollo del país, genera un verdadero cortocircuito en las relaciones del sector privado con el gobierno. De hecho, en 15 meses de gobierno no hay ningún acto de colaboración armónica, ya que el presidente inhabilita la opinión del sector privado o de sus contrarios políticos.
- En materia de relaciones exteriores no ha querido citar a la Comisión de Relaciones Exteriores del país, conformada por expresidentes, para evitar tener en cuenta sus opiniones.
- Sus políticas asistencialistas, según las cuales el país debe generar subsidios, no crear oportunidades, representan una contradicción adicional.
- Sus preferencias por los líderes políticos nacionales o regionales afines, descalifica por completo cualquier sentido de colaboración de opiniones disidentes, pero necesarias para la buena gobernabilidad del país.
- En materia de seguridad y paz, no puede haber más contradicción con diferentes sectores de opinión que manifiestan su inconformidad por ver que va por mal camino, por un lado, pero agravando la problemática de violencia, secuestro, extorsión, toma de territorios, etc., por el otro, en toda la geografía del país.
- Su talante impositivo e imperativo lo lleva a “inmiscuirse” en temas que no son de su resorte, pero que forman parte del interés nacional en otras instancias.
- Y, para no alargar, así sucesivamente, con este sectario “profesional”.
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