domingo, 16 de junio de 2024

¿SI ES PETRO EL PRESIDENTE QUE NECESITA COLOMBIA?

 Comentario 17/06/2024

 

¿SI ES PETRO EL PRESIDENTE QUE NECESITA COLOMBIA?

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

La situación que atraviesa el mundo es compleja, desafiante y peligrosa, con un bajo crecimiento de las economías, en general, que puede generar un efecto contagio que afectará vastas zonas geográficas, como ya de hecho sucede con los países de la OCDE y con la evolución de su PIB a niveles inferiores al 1%, generalmente hablando, para la mayoría de los países que conforman ese grupo de economías con las mejores prácticas y alto desempeño. Colombia no es ajena a esos malos resultados pues su evidencia para el 2024 habla de un pobre crecimiento cercano a ese guarismo o menos, totalmente insuficiente para la superación de su pobreza y para proyectar su progreso futuro con paso firme.

La geopolítica del mundo está cargada de conflictos que amenazan con extenderse a otras zonas geográficas, no es sólo un problema de violencia y guerras, es también una tensión política que divide al mundo en bandos de fuerza y de poder.

Se agudizan, cada día más, las contradicciones y desigualdades Norte-Sur, mientras se concentran más los ingresos y la riqueza del mundo en los países más desarrollados, los demás países aumentan sus inequidades y no logran derrotar suficientemente su pobreza y sus niveles de atraso en desarrollo y progreso.

Nuestro gran aliado comercial, político y estratégico, USA, en medio de una campaña presidencial muy tensa y polarizante, por un lado, protege más su mercado con establecimiento de aranceles y medidas proteccionistas de diferente tipo. Ahora, el ayuda político militar que le conceden a Colombia por US400 millones de dólares nos la van a reducir al 50% como retaliación por las políticas de Petro.

Los flujos migratorios están creando un problema mayúsculo de tipo humanitario, por un lado, pero económico y cultural, por el otro, con presión de largas filas de ciudadanos buscando una oportunidad de vida, pero con muy pocos países dispuestos a apoyarlos o, si lo hacen, absorben el fenómeno en forma limitada, creando más pobreza en los que no logran esta opción.

El mundo ahora se estructura bajo bloques multipolares, con poderosos países de gran peso e influencia política y económica como ejes, los cuales ejercen intervención política, económica y un dirigismo e injerencia en las decisiones autónomas y soberanas de los respectivos países que se someten a su influencia. Cada bloque multipolar tiene, además, el ánimo de influir en el mundo entero dado su propio poder político, económico, también el militar y, por supuesto, el regional.

Este marco de referencia demuestra la complejidad del escenario para un país que en el contexto mundial no es significativo y su importancia regional es limitada, a más de las muy duras realidades internas, como es Colombia, las cuales resumiríamos en los siguientes hechos:

Economía en fase decreciente por una combinación de los factores externos comentados, como también por la desconfianza e incertidumbre de los particulares, quienes se sienten agredidos y desplazados por el estatismo y el asistencialismo del presidente Petro y su campaña de desprestigio al sector privado. La visión del gobierno es ideológica de izquierda radical y no de progreso, desarrollo y crecimiento.

Probablemente enfrentaremos un tiempo de estanflación con decrecimiento económico y persistente resiliencia de la inflación, lo cual ha impedido que se realice una reducción más acelerada de las tasas de interés por parte del Banco de la República. Esta situación agravará aún más el desempleo y la informalidad.

Colombia tampoco es ajena a los conflictos bélicos no sólo por el impacto mundial que tienen en la política, la economía y el comercio globales, sino también por sus propios conflictos internos: los procesos de conversaciones de paz no prosperan y hay amplias zonas del país en situación de verdadera guerra, la cual amenaza con extenderse a regiones vecinas. La tan anhelada paz no ha llegado todavía ni con los gobiernos anteriores, ni con el gobierno actual, aunque fue la principal promesa de la campaña del cambio liderada por el pacto histórico y por Petro.

La confrontación interna es tan enconada que conduce a la polarización y por esta vía a la radicalización de las posiciones políticas, económicas o sociales, y a la estigmatización de la que en forma despectiva Petro llama la oligarquía. Petro ha hablado muchas veces de acuerdos nacionales para impulsar el país, pero o bien no se concretan en propuestas reales o bien no se gestionan pues continuamente rechaza a los sectores privados, así no va a llegar a verdaderos acuerdos que comprometan la gestión de unos y otros, gobierno por un lado y particulares por el otro, a lograr metas comunes de progreso y desarrollo.

Su gestión de gobierno deja mucho que desear, parece que “no le gusta” gobernar y sus segundos, es decir, sus ministros, son un conjunto de personas sin mayor experiencia y criterio de gestión pública, hacen más política petrista que administración y gestión del país.

Petro, por su parte, tiene más de un odio visceral con el sector privado, es egocéntrico, ególatra, imperativo, autocrático, radical, demagogo y populista; no concierta y no se detiene en los problemas; su enfoque parece ser que con los solos discursos los problemas se arreglan y estos crecen todos los días. Tuvo mayorías en el Congreso y él mismo las disolvió. Su visión es centralista y no de regiones.

Y su vida política está poblada de irregularidades, corrupción, componendas y mentiras desde su campaña electoral hasta su gobierno actual. En su campaña están los líos revelados por Nicolás Petro, su hijo, sobre ingresos y gastos no reflejados en las cuentas de la campaña, así como la violación a topes y normas electorales. En su gobierno, los escándalos como los de la UNGRD, los carrotanques, los maletines con dinero, los políticos comprados para aprobar sus reformas, entre muchos otros hechos.

Por otro lado, dos años después de haber iniciado su gobierno, sus llamadas reformas sociales han resultado un verdadero fiasco; su trámite en el Congreso no ha concitado la opinión mayoritaria y por la tortuosa aplicación que sin embargo poco a poco viene ejecutando. ¡Qué horror!

Descrito todo lo anterior sobre un escenario tan exigente dadas las circunstancias internacionales y nacionales nos hacemos la pregunta: ¿si es Petro el presidente que necesita Colombia? Claramente no; se requiere un gobernante con más gestión de gobierno que ideología y odio de clases; menos radicalización ideológica y más solución de problemas; no más discursos y sí más soluciones.

 

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