Comentario 17/06/2024
¿SI ES
PETRO EL PRESIDENTE QUE NECESITA COLOMBIA?
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
La
situación que atraviesa el mundo es compleja, desafiante y peligrosa, con un
bajo crecimiento de las economías, en general, que puede generar un efecto
contagio que afectará vastas zonas geográficas, como ya de hecho sucede con los
países de la OCDE y con la evolución de su PIB a niveles inferiores al 1%,
generalmente hablando, para la mayoría de los países que conforman ese grupo de
economías con las mejores prácticas y alto desempeño. Colombia no es ajena a
esos malos resultados pues su evidencia para el 2024 habla de un pobre
crecimiento cercano a ese guarismo o menos, totalmente insuficiente para la
superación de su pobreza y para proyectar su progreso futuro con paso firme.
La
geopolítica del mundo está cargada de conflictos que amenazan con extenderse a
otras zonas geográficas, no es sólo un problema de violencia y guerras, es
también una tensión política que divide al mundo en bandos de fuerza y de
poder.
Se
agudizan, cada día más, las contradicciones y desigualdades Norte-Sur, mientras
se concentran más los ingresos y la riqueza del mundo en los países más
desarrollados, los demás países aumentan sus inequidades y no logran derrotar
suficientemente su pobreza y sus niveles de atraso en desarrollo y progreso.
Nuestro
gran aliado comercial, político y estratégico, USA, en medio de una campaña
presidencial muy tensa y polarizante, por un lado, protege más su mercado con
establecimiento de aranceles y medidas proteccionistas de diferente tipo.
Ahora, el ayuda político militar que le conceden a Colombia por US400 millones
de dólares nos la van a reducir al 50% como retaliación por las políticas de
Petro.
Los
flujos migratorios están creando un problema mayúsculo de tipo humanitario, por
un lado, pero económico y cultural, por el otro, con presión de largas filas de
ciudadanos buscando una oportunidad de vida, pero con muy pocos países
dispuestos a apoyarlos o, si lo hacen, absorben el fenómeno en forma limitada,
creando más pobreza en los que no logran esta opción.
El
mundo ahora se estructura bajo bloques multipolares, con poderosos países de
gran peso e influencia política y económica como ejes, los cuales ejercen
intervención política, económica y un dirigismo e injerencia en las decisiones
autónomas y soberanas de los respectivos países que se someten a su influencia.
Cada bloque multipolar tiene, además, el ánimo de influir en el mundo entero
dado su propio poder político, económico, también el militar y, por supuesto,
el regional.
Este
marco de referencia demuestra la complejidad del escenario para un país que en
el contexto mundial no es significativo y su importancia regional es limitada,
a más de las muy duras realidades internas, como es Colombia, las cuales
resumiríamos en los siguientes hechos:
Economía
en fase decreciente por una combinación de los factores externos comentados,
como también por la desconfianza e incertidumbre de los particulares, quienes
se sienten agredidos y desplazados por el estatismo y el asistencialismo del
presidente Petro y su campaña de desprestigio al sector privado. La visión del
gobierno es ideológica de izquierda radical y no de progreso, desarrollo y
crecimiento.
Probablemente
enfrentaremos un tiempo de estanflación con decrecimiento económico y
persistente resiliencia de la inflación, lo cual ha impedido que se realice una
reducción más acelerada de las tasas de interés por parte del Banco de la
República. Esta situación agravará aún más el desempleo y la informalidad.
Colombia
tampoco es ajena a los conflictos bélicos no sólo por el impacto mundial que
tienen en la política, la economía y el comercio globales, sino también por sus
propios conflictos internos: los procesos de conversaciones de paz no prosperan
y hay amplias zonas del país en situación de verdadera guerra, la cual amenaza
con extenderse a regiones vecinas. La tan anhelada paz no ha llegado todavía ni
con los gobiernos anteriores, ni con el gobierno actual, aunque fue la
principal promesa de la campaña del cambio liderada por el pacto histórico y
por Petro.
La
confrontación interna es tan enconada que conduce a la polarización y por esta
vía a la radicalización de las posiciones políticas, económicas o sociales, y a
la estigmatización de la que en forma despectiva Petro llama la oligarquía.
Petro ha hablado muchas veces de acuerdos nacionales para impulsar el país,
pero o bien no se concretan en propuestas reales o bien no se gestionan pues
continuamente rechaza a los sectores privados, así no va a llegar a verdaderos
acuerdos que comprometan la gestión de unos y otros, gobierno por un lado y
particulares por el otro, a lograr metas comunes de progreso y desarrollo.
Su
gestión de gobierno deja mucho que desear, parece que “no le gusta” gobernar y
sus segundos, es decir, sus ministros, son un conjunto de personas sin mayor
experiencia y criterio de gestión pública, hacen más política petrista que
administración y gestión del país.
Petro,
por su parte, tiene más de un odio visceral con el sector privado, es
egocéntrico, ególatra, imperativo, autocrático, radical, demagogo y populista;
no concierta y no se detiene en los problemas; su enfoque parece ser que con
los solos discursos los problemas se arreglan y estos crecen todos los días.
Tuvo mayorías en el Congreso y él mismo las disolvió. Su visión es centralista
y no de regiones.
Y
su vida política está poblada de irregularidades, corrupción, componendas y
mentiras desde su campaña electoral hasta su gobierno actual. En su campaña
están los líos revelados por Nicolás Petro, su hijo, sobre ingresos y gastos no
reflejados en las cuentas de la campaña, así como la violación a topes y normas
electorales. En su gobierno, los escándalos como los de la UNGRD, los
carrotanques, los maletines con dinero, los políticos comprados para aprobar
sus reformas, entre muchos otros hechos.
Por
otro lado, dos años después de haber iniciado su gobierno, sus llamadas
reformas sociales han resultado un verdadero fiasco; su trámite en el Congreso
no ha concitado la opinión mayoritaria y por la tortuosa aplicación que sin
embargo poco a poco viene ejecutando. ¡Qué horror!
Descrito
todo lo anterior sobre un escenario tan exigente dadas las circunstancias
internacionales y nacionales nos hacemos la pregunta: ¿si es Petro el
presidente que necesita Colombia? Claramente no; se requiere un gobernante con
más gestión de gobierno que ideología y odio de clases; menos radicalización
ideológica y más solución de problemas; no más discursos y sí más soluciones.
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