lunes, 25 de noviembre de 2024

LA ESTRATEGIA DE GUSTAVO PETRO

Comentario 09/12/2024

 

LA ESTRATEGIA DE GUSTAVO PETRO

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Los últimos discursos populares del presidente Petro los ha hecho ante muchos de sus seguidores, frente a los cuales, empleando sus indiscutibles cualidades oratorias, ha utilizado un lenguaje retórico, cargado de afirmaciones de muy dudosa credibilidad o de consignas populistas y demagógicas, para causar un impacto emocional y una reacción visceral en los oyentes, sin importar su nivel de comprensión y asimilación, especialmente sembrando odio y rivalidad de clases. Veamos algunas situaciones y deduzcamos de ellas la estrategia de Gustavo Petro:

Lo primero sea decir que Petro concibe el país actual como atravesando una época feudal de señores terratenientes o dueños de los medios de producción, con siervos y lacayos a su servicio, explicados en la clase campesina y trabajadora, tal cual como si estuviéramos en la Edad Media. Por supuesto, con una visión así, se magnifican los problemas de falta de niveles superiores de desarrollo y se realza el impacto de la pobreza, sin permitir ver las soluciones que el país viene creando a lo largo de su historia. Hoy Colombia es mucho mejor que hace 50 años. Estamos lejos de ser un país feudal y esclavista y, aunque hay problemas de desigualdad e inequidad, es más por falta de progreso que de distribución de la riqueza. Fomentar y afianzar aún más el crecimiento y el desarrollo es lo que verdaderamente necesitamos y no el crear odios y divisiones de clase.

Lejos de Colombia dicho planteamiento de conflicto de clases, sin desconocer que hay problemas de inequidad y falta de oportunidades para todos como fuera deseable, los cuales solo se lograrán con mayor crecimiento, de tal manera que se afiancen las más diversas oportunidades y los ciudadanos, de todos los tipos y clases sociales, puedan optar por aprovecharse de ellas. Todo esto ocurre en campos tan diversos como la educación, la salud, el bienestar y las oportunidades laborales, formales e informales, más estas últimas que las primeras, por desgracia.

Por otro lado, Gustavo Petro descalifica a sus opositores tratándolos de fascistas, capitalistas, oligarcas, capataces, opresores, y un sinfín más de apelativos altisonantes y desafortunados, que lo único que refuerzan es el odio, la división, la polarización y alejan la convivencia pacífica, necesaria para aglutinar voluntades, esfuerzos y realizaciones. Petro les censura a las clases pudientes sus logros y ejecuciones, como si fueran negativos para el país, y los acusa como los causantes, promotores y gestores de los males del país, por ejemplo, diciendo que no quieren pagar impuestos, que no quieren que el pueblo progrese y que rechazan la entrega de tierras a los campesinos. Su tono es de desprecio y de acusador implacable de los contradictores como culpables.

Dice que la lucha de clases es una batalla entre el capitalismo despiadado y la defensa de la vida, como si no reconociera que los países de mayor progreso y bienestar son capitalistas y democráticos. Proclama, por lo tanto, el socialismo de Estado como la solución, cuando este se ha demostrado destructor de las economías, las instituciones, las sociedades y la ciudadanía en los países que se ha implantado, como en Nicaragua, Cuba o Venezuela, como los ejemplos más cercanos, gobiernos que se han vuelto autocráticos, estatistas y totalitarios, con persecución a la propiedad privada y a las libertades individuales.

Le están dando un golpe blando. Todo se desprende de las investigaciones institucionales que se le están haciendo a su campaña o a su gobierno, donde él, por tratarse de él, asume que son ilegales, inconstitucionales y golpistas. Nada más lejos de la verdad, los fundamentos de esas investigaciones están a la vista y cada vez se reúnen más pruebas y testimonios que lo inculpan a él o a los miembros de su familia.

Con el “me quieren tumbar” y “no me quieren dejar gobernar” ha creado en su torcida mente dos falacias sobre dos supuestos grupos de “tumbadores”: los que quieren golpear a su gobierno y tumbarlo inmediatamente o los que quieren golpear a su gobierno, pero para dejarlo terminar su mandato, que quede tan desacreditado que sea un porrazo irreparable para el movimiento progresista que representa políticamente a través del Pacto Histórico. Investigaciones institucionales y formales hechas por instancias administrativas o judiciales tales como el CNE o la Comisión de Acusaciones de la Cámara (CAC) no pueden ser consideradas, por supuesto, como un golpe de Estado. De nuevo, con Petro las leyes y reglamentos que lo favorecen son correctos y constitucionales, pero los que lo inculpan o no lo favorecen son incorrectos e inconstitucionales.

Pero, últimamente, Petro también dice que lo están acorralando, asfixiando en materia financiera por falta de presupuesto, porque le tumbaron la reforma tributaria planteada por el ministro José Antonio Ocampo y no le pasan la nueva ley de financiamiento en el Congreso. En materia legal también lo acorralan porque no le aprueban los decretos y leyes, como si por ser de su autoría fueran convenientes, constitucionales y gozaran del respaldo de los partidos y las demás instituciones. En materia política también se siente perseguido por la fuerte oposición en las instancias de gobierno y por las acusaciones en su contra a través del CNE y la CAC. O sea, en sus palabras, no lo dejan gobernar, no es que su gobierno sea malo, es que no lo han dejado. No son sus yerros, omisiones y errores los que lo desacreditan, son sus opositores recalcitrantes. Cuando no se apoya algo del gobierno, es el fascismo contradictor que lo acorrala. Ya ve más “espantos” de los que le corresponden.

Critica fuertemente a las calificadoras de riesgo y a los bancos de inversión extranjeros por su continua advertencia del riesgo del incumplimiento de la regla fiscal, cuando son todas las autoridades económicas, el Banco de la República, las instituciones financieras del país, la academia y los expertos independientes los que vienen haciendo ese aviso cada vez con más fuerza. De hecho, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, ya está haciendo las “maromas” necesarias para hacer recortes presupuestales y de gasto público con una buena “tijera”.

Llama a todos los movimientos de izquierda a organizarse y al Pacto Histórico a volverse partido político para salir a las calles a apoyar a su gobierno, no con grupos de unos pocos sino en forma masiva. Está visto que Gustavo Petro perdió las calles hace ya meses y la poca efectividad que han tenido las marchas de sindicatos, obreros, maestros y movimientos sociales que lo acompañaban y que no han vuelto a salir a la calle en forma significativa. A sus seguidores les dice: “hay que ganar el gobierno, pero esto no basta, hay que ganar el Estado para que todas las instituciones acompañen su pensamiento, pero lo más importante es ganar el poder para cambiar la cultura de los ciudadanos” y que todos lo acompañen en su pensamiento del socialismo de Estado y del progresismo.

Como estas, son muchas las manifestaciones de desespero del señor presidente Petro, porque las cosas de su gobierno no van bien y cada vez se queda más solo y con menor reconocimiento.


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