lunes, 28 de septiembre de 2020

¿Y SI NOS PROPONEMOS EL PROGRESO COMO META COLECTIVA?

 Comentario 28/09/2020

¿Y SI NOS PROPONEMOS EL PROGRESO COMO META COLECTIVA?

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com


Nos estamos encerrando en el círculo vicioso y nada virtuoso de hurgar y remover los problemas y confrontarnos y agredirnos por los mismos, centrados más en el problema que en la solución. No quiero significar con esto que el problema no se debe examinar en sus orígenes, en sus responsables y en sus consecuencias, por supuesto que sí. Pero darle vueltas, como corcho en remolino, no agrega nada distinto que decepciones y frustraciones, por no ver el otro lado del túnel, es decir, la solución o las alternativas de solución, con sus costos y complejidades, pero también con sus contribuciones y mejoramientos.

Aquí hay un cambio de conducta fundamental, desde la visión pesimista y fundamentalista, hasta la acción positiva y esperanzadora de la superación de las dificultades. De estas últimas siempre tendremos, de todos los “colores y sabores”, pero la historia de la humanidad es pródiga en ejemplos de superación y en muchos casos de grandeza, por encontrar soluciones y ponerlas en práctica, por encima de los intereses individuales.

En la vida empresarial, los empresarios asumen una visión clara de lo que quieren lograr y trabajan denodadamente para obtenerla, para construirla, aún en medio de las dificultades, su mente está llena de signos más y no de signos menos. Si el país tuviera una visión clara de lo que puede y quiere lograr, posiblemente sería más fácil enfocar los esfuerzos en lo constructivo y no en las contradicciones y en las diatribas.

El camino por recorrer nos debe llevar a una senda de progreso, veamos una pequeña comparación para que nos formemos una idea. En el análisis de los países se habla del concepto llamado PIB per cápita para indicar la productividad de la economía en términos del resultado que obtiene el país en su ejercicio económico, comparado con los habitantes del respectivo territorio. Estas comparaciones suelen hacerse para períodos de un año. Si ponemos en valores monetarios, expresados en dólares, lo producido por cada país en bienes y servicios para los consumidores finales obtendremos el numerador de la expresión, esto es lo que se conoce comúnmente como el Producto Interno Bruto (PIB). Si este valor lo dividimos por el estimativo de la población del respectivo país en el mismo período de comparación, obtendremos el llamado PIB per cápita, lo cual significa el valor equivalente que cada ciudadano que vive en el respectivo país produce en promedio en bienes o servicios finales durante el periodo analizado. Es evidente que mientras mayor es este valor, más productivo es el país y, en promedio, cada ciudadano del respectivo territorio. Además, esto es sinónimo de mayor riqueza. Veamos ahora la comparación del PIB per cápita en cifras recientes (2019) de algunos países, como se muestra en el cuadro a continuación:



En esta comparación hemos seleccionado la evidencia para algunos países avanzados y otros más rezagados. Desafortunadamente, Colombia resulta de último, al menos en este grupo de comparación, lo cual no significa que sea el último en el mundo, sólo frente a los países seleccionados.

Reflexionemos ahora en las causas y las consecuencias de estos hechos:

·         Es evidente que a Colombia le falta producir más bienes y servicios finales, dado el tamaño de su población, estimada en algo más de 50 millones de habitantes, en el momento actual. ¿la pregunta es por qué producimos tan poco?

·         Como consecuencia, el monto de ingresos por habitante deja mucho que desear y, como es normal, esto trae consigo niveles de pobreza y desigualdad tanto económica como de inferior calidad de vida para amplios sectores de la población.

·         El desarrollo trae más desarrollo y el progreso trae más progreso, si logramos mayores niveles de eficiencia en nuestra economía, en el Estado, en las comunidades y en la sociedad y sus distintos integrantes, personas y empresas, la productividad se elevará. Esto exige un cambio de mentalidad para apreciar mejor el valor de lo que tenemos y saber que si lo hacemos bien, producirá mejores resultados y más progreso.

·         En igual sentido, si no nos preocupamos por la productividad de nuestra economía o solo esperamos que los demás lo hagan, nunca lo lograremos.

·         Este pensamiento no sólo debe ser a nivel empresarial o estatal, también a nivel de las personas y las familias, las grandes cosas se hacen de las pequeñas cosas.

·         Si pensamos positivamente en progresar y en desarrollarnos más y actuamos en conformidad, al final se volverá una cultura que formará parte de nuestras vidas, desde el hogar, pasando por nuestros sitios de educación, para llegar a los puestos de trabajo y, finalmente, a las comunidades.

·         Un gran propósito nacional debería girar alrededor del progreso. Hechos tan simples como el cumplimiento de los compromisos, los horarios, los turnos, los procedimientos, el cumplimiento de los deberes y normas, todos en sí mismos generan economías de esfuerzos, tiempos, costos y, por supuesto, si lo que hacemos es cumplir, de allí saldrán las realizaciones y el progreso. ¿Qué tal si nos proponemos el progreso como meta colectiva?

lunes, 21 de septiembre de 2020

¿Y DE LAS PENSIONES QUÉ?

Comentario 21/09/2020

¿Y DE LAS PENSIONES QUÉ? 

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

Colombia presenta dos realidades que mutuamente se refuerzan para crear un serio problema hacia el futuro: Por un lado somos cada vez más los viejos, vivimos más y por lo tanto tenemos una mayor necesidad y duración en tener acceso a los servicios previsionales de salud y de pensión y, por el otro, el número de personas cubiertos con protección y cobertura de pensión son muy pocos y con unos costos enormes, lo cual hace inviables los sistemas actuales como el de prima media que maneja el Estado a través de Colpensiones. Examinemos cada uno de esos hechos independientemente para luego atar sus conclusiones en un real panorama sobre lo que nos espera.

En los últimos años, el envejecimiento de la población se ha acelerado hasta que hoy tenemos más de 40 personas de 60 o más años por cada 100 personas menores de 15 años. Esta proporción era del 28,7% en el 2005 y para el 2020 el porcentaje será superior al 50%.  De hecho, la pirámide poblacional está cambiando de tal forma que ha pasado a adelgazarse en la base (poblaciones jóvenes) y proporcionalmente más amplia arriba (poblaciones mayores), en la práctica ya no es una pirámide, hoy es como un rombo, más puntiagudo, por supuesto arriba, donde están las personas longevas con su larga vida, que evidentemente son menos personas.

En estos últimos decenios la esperanza de vida de los colombianos ha llegado a ser de 78 años aproximadamente, viviendo un poco más las damas y un poco menos los varones, para dar como resultado ese promedio. ¿Qué significa esto?, simplemente que las condiciones de vida han mejorado, la morbilidad y mortalidad de las enfermedades ha disminuido por los avances científicos y porque la calidad de vida y bienestar de las personas también ha mejorado.

En la parte de debajo de la pirámide poblacional, están los niños y jóvenes, con una característica, el número de nacimientos es cada vez menor, las familias, por cultura, costumbres, dificultades económicas, convicciones o restricciones sociales y familiares quieren tener menos hijos ahora, que en la época que vivieron nuestros abuelos, lo cual agudiza en cierta forma la relación de más viejos versus más jóvenes. De hecho, en Colombia se espera que en los próximos años la población total llegue a un tope (algo así como 52 millones de habitantes) y luego empiece a descender y volver a pasar por los 48 millones de habitantes que arrojó el censo anterior.

La problemática del envejecimiento, sin reposición por la población joven, igual a como sucedía en el pasado, es un signo de muchas sociedades que cada vez se vuelven más maduras y, por lo tanto, lo que sí tienen es gente viviendo más y con más plenitud de vida en sus años de adultos mayores o de longevos. Inclusive hay sociedades que ya incentivan  a las familias jóvenes a procrear más hijos, con incentivos económicos, gratuidad de la salud y la educación y muchos beneficios en bienestar, intentan acabar por este medio terminar en sociedades demasiado viejas con un altísimos costo para los Estados porque estas poblaciones requieren de mayores cuidados y su capacidad productiva desciende progresivamente, con lo cual la productividad de su economías tenderá a disminuir y también su crecimiento económico y la riqueza global como comunidad.

En el otro lado de este escenario, el telón se abre para mostrarnos una realidad muy angustiosa y preocupante. Citando el caso de Colombia, las cifras nos llevan a hechos como las siguientes. Las pensiones a cargo del Estado o subvencionadas por éste (Colpensiones, antes el Seguro Social y con muchos sistemas de pensión para la policía, los militares, etc.) le cuestan al país más de $40 billones por año, cifra creciente además entre los años sobre la base del incremento del salario mínimo legal. Con esa ingente suma están cubiertos sólo 2.3 millones de ciudadanos, con una impresionante distribución de los pagos, el 70% de lo pagado es para pensiones altas y sólo el 30% para personas de bajos ingresos.

A más de tener un problema de cobertura, reflejamos un problema de desigualdad histórica que afortunadamente ya ha empezado a corregirse con el límite a los montos exorbitantes de pensiones elevadas y la no cesión a cónyuges jóvenes que aparecen en el último momento como deudos y sucesores del anciano fallecido quien ya había pasado muchos años viviendo de su pensión y luego alguien con una larga esperanza de vida va a continuar con el mismo beneficio, todo pagado por cuenta de los colombianos.

Los Fondos de pensiones privados, que existen desde la ley 100 de 1993, han hecho una decorosa labor con el sistema de ahorro individual para que cada ciudadano se preocupe y forme su pensión durante su vida productiva, ya que el Estado no tendrá recursos con los cuales subsidiarlo en los años de vejez. El fundamento de estos sistemas es la acumulación de ahorro durante un número significativo de años y el rendimiento que ellos puedan generar, sin embargo, pocos son los que pueden tener un ahorro significativo, luego de descontar los gastos necesarios para la vida corriente de sus familias y disponer de un remanente para, en forma continua y a través de una larga vida productiva, ahorrar los suficiente. Por cierto, hay que suponer que el desempleo y la falta de ocupación productiva no sean una “pandemia” recurrente en cada economía familiar.

Además, nada está garantizado en la conducta de las tasas de interés del mercado para que sean positivas con respecto a la inflación y significativamente aporten a la formación de la pensión. Los Fondos privados de pensiones han organizado diferentes portafolios de inversión, los cuales parten de la disposición al riesgo de cada persona y su período de acumulación en el horizonte de años de labor, para intentar, efectivamente, que la persona forme una pensión. Sin embargo, por los problemas del país, de las familias o de la falta de conciencia, son pocos los ciudadanos que verdaderamente ahorran y se comprometen con la formación de su pensión durante más o menos 30 a 40 años de vida laboral. En los Fondos Privados de Pensiones actualmente están afiliados más o menos 16.7 millones de cotizantes obligatorios con un ahorro de 272 billones de pesos aproximadamente, en promedio menos de 20 millones de pesos por persona, lo que es, a todas luces, insuficiente para la larga duración de vida después de jubilarse, de unos 15 a 20 años.

¿Qué va a pasar en unos años en Colombia? Difícil garantizarlo, pero es claro pensar que tendremos una población de viejos, con larga vida, con expectativas de mejores condiciones de calidad vida y bienestar, y de gran pobreza. Muy triste lo que sigue para nuestros viejos y la sociedad en su conjunto, ¿será que todavía lo podemos cambiar?

lunes, 14 de septiembre de 2020

MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRA

 Comentario 14/09/2020 

MAMBRÚ SE FUE A LA GUERRA

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

 

Entre las canciones infantiles más populares se encuentra la famosa “Mambrú se fue a la guerra”, cuya primera estrofa nos enseña que:

Mambrú se fue a la guerra, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena!.
Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá.
Do-re-mí, do-re-fa, no sé cuándo vendrá.

 

En Colombia estamos atravesando momentos de gran dificultad, originados en las secuelas que en la salud, la economía y el empleo ha dejado el coronavirus a nivel mundial y, como consecuencia, en el caso de Colombia, la parálisis en las actividades productivas, en el comercio exterior, el freno a proyectos de inversiones nacionales y extranjeros y la ejecución de un esfuerzo enorme con los presupuestos públicos y de los aparatos Estatales, claramente insuficientes para superar dichos rigores, con recursos limitados y generalmente ya comprometidos en aplicaciones de funcionamiento y sociales inmodificables.


En nuestro caso con dos “pandemias” más, nos acompañan el “binomio de oro” del narcotráfico y la violencia guerrillera y/o las bandas criminales, por un lado, y otro “binomio de oro”, conformado por la polarización política enconada y agresiva, acompañada por una insufrible y enquistada corrupción.


Ahora, lo que hemos visto esta semana con hordas de encapuchados, en actos de verdadera asonada en diferentes ciudades del país y lugares en cada municipalidad, nos invita a reflexionar, quiénes son esos individuos, organizados, estructurados, y con su rostro oculto, para atacar todo tipo de establecimientos comerciales, bancarios, de infraestructura urbana, de transporte, de servicios públicos y comunitarios, causando un enorme caos y perturbación en la comunidad y en su desenvolvimiento y daños y parálisis con incalculable impacto económico.


Las protestas ciudadanas pacíficas sobre causas sociales de pobreza, desigualdad de oportunidades, educación, trabajo, salud, vivienda y bienestar siempre son respetadas y producen una reflexión y reacción en toda la comunidad. Pero con los actos de violencia y destrucción de la semana pasada, ¿alguien entendió cuáles son las causas sociales que defienden esos individuos, distintos del terrorismo y la anarquía? Ahora, ¿por qué se ocultan tras una capucha? y desatan toda su ira contra la sociedad, son verdaderos anarquistas, su intención no es construir sino destruir y con eso crear más caos y desolación para afectar la democracia y las instituciones. Y Petro azuzándolos, ¿quién se creerá ese candidato presidencial? y ¿quién será su audiencia?


Tanto los policías que cometieron un delito, como los vándalos que destruyeron el patrimonio público y privado y la tranquilidad ciudadana, así como también el incitador, deberían pagar penas de cárcel y sanciones severas de tipo moral, económico y restricción de su libertad.

No es ésta precisamente la forma de mejorar un escenario de desenvolvimiento tal que permita aminorar la pobreza, la falta de oportunidades, el progreso de los negocios y de las actividades productivas y el avance en educación, salud y bienestar, así como en investigación, tecnología, infraestructura pública, privada y urbana, en el desarrollo de sectores claves, como el agropecuario, el turismo, la agroindustria, los servicios médicos y hospitalarios, entre otros, y, por supuesto, el comercio exterior. Todo lo cual si es verdaderamente prioritario para el país.


Los factores negativos mencionados, lamentablemente, se retroalimentan dinámicamente, generando unas consecuencias regresivas y muchas complejidades desafortunadas que se multiplican por doquier. Si alguien preguntara por cuál es la “causa raíz” de la problemática colombiana, sería imposible señalar hacia un sólo lado. Se está creando un verdadero “coctel explosivo”, el cual, si no se maneja con cuidado y tino, podrá afectar severamente las posibilidades reales de recuperación para construir, con un esfuerzo conjunto y mancomunado, una senda de crecimiento, desarrollo, progreso social y económico.


Sin embargo, el hecho que, en nuestra opinión, mayor aceleración les imprimen a todas las problemáticas surgen de la polarización política, por un lado, y del narcotráfico, por el otro. La primera, la confrontación política que crea la polarización no es sana, es destructiva, ya que bloquea las distintas iniciativas y gestiones por integrar una comunidad con afinidad de intereses y de esfuerzos, tales que permitan decir el famoso refrán de “la unión hace la fuerza”.


La segunda, el narcotráfico, es un generador inmenso de desplazamiento, violencia, destrucción ambiental y deterioro de las normas y principios comunitarios éticos, constructores del respeto y de la igualdad de derechos y oportunidades. El enriquecimiento fácil a través de la producción y comercialización de estupefacientes es y será un motivo de violencia, corrupción, lavado de activos, contrabando, perversión de la juventud y serios problemas de adicción y deterioro de la salud física y mental en la población.


Si cambiamos la palabra “Mambrú”, en la canción infantil mencionada al principio, por la de Colombia, concluiríamos que nos estamos yendo a la guerra, por el desespero y la desolación en que estamos, si no reaccionamos todos con verdadera vocación de patria. Esa infantil canción, termina en sus estrofas, como sigue, lo cual esperamos que no sea aplicable al país:

 

Por allí viene un paje, ¡qué dolor, qué dolor, ¡qué traje!
por allí viene un paje, ¿qué noticias traerá?
Do-re-mí, do-re-fa, ¿qué noticias traerá?

Las noticias que traigo, ¡del dolor, del dolor me caigo!
las noticias que traigo son tristes de contar,
Do-re-mí, do-re-fa, son tristes de contar.

Que Mambrú ya se ha muerto, ¡qué dolor, qué dolor, qué entuerto!,
que Mambrú ya se ha muerto, lo llevan a enterrar.
Do-re-mí, do-re-fa, lo llevan a enterrar.

lunes, 7 de septiembre de 2020

EL ESTILO AUTORITARIO

 Comentario 7/09/2020

 

EL ESTILO AUTORITARIO

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

 

En los últimos 20 años, la confrontación política en Latinoamérica se ha vuelto demasiado álgida pues el péndulo ha oscilado desde una gran influencia de la izquierda hasta una contraria de la derecha, como es el caso, en el momento actual, de los  gobiernos de izquierda de: Alberto Fernández y Cristina de Kitchner en Argentina, Maduro en Venezuela,  Ortega en Nicaragua, en Cuba con Miguel Díaz-Canel (Los Castro) y Andrés Manuel López  en México,  o, por el contrario, gobiernos de marcado acento de derecha o centro como los de: Iván Duque en Colombia,  Sebastián Piñera en Chile, Nayib Bukele  en Salvador,  Jair Bolsonaro en Brasil, Jeanine Áñez en Bolivia y en Costa Rica,  Carlos Alvarado, para citar solo unos cuantos ejemplos.

Sin embargo, las recientes movilizaciones sociales en varios países de Latinoamérica con demanda de mejores condiciones sociales, ante fenómenos de pobreza e insuficiente distribución del ingreso, así como las manifestaciones de otros sectores de la sociedad por la defensa de las libertades democráticas ciudadanas, la división de poderes, el respeto por la constitución, y los derechos de los empresarios privados, demuestran el carácter de dos marcadas tendencias contrapuestas: el socialismo autocrático y/o autoritario (los autoproclamados progresistas), por un lado, y el capitalismo democrático, por el otro.

Las diferencias de modelos son marcadas, los primeros, de carácter socialista ( en ocasiones verdaderamente comunistas con partido único  y órganos de representación sólo para el partido) son típicamente impulsores y ejecutores de políticas para concentrar en  el poder y manejo del Estado la mayor influencia e injerencia en las  diferentes actividades de la economía, muchos verdaderamente autoritarios, con limitación a las libertades ciudadanas y a los derechos democráticos, donde la oposición es perseguida y encarcelada o atacada y minimizada por las fuerzas  del Estado y los poderes judiciales en connivencia con el Gobierno respectivo, más que con la aplicación de una justicia imparcial, equilibrada y equitativa. Elecciones libres son un “ser muy escaso”, sino absolutamente desaparecido y cuando se hacen, son bastante amañadas y con resultado decididos antes de la elección.

Los resultados de los gobiernos socialistas ha sido muy lamentable como experiencia latinoamericana, baste ver los ejemplos de Cuba, Venezuela o Nicaragua, como verdaderos anti modelos de desarrollo, progreso y bienestar, de libertades cívicas y democráticas y de la existencia de sectores privados fuertes e influyentes. No hay que negar que pueden generar algunos avances sociales cuando se lo proponen, pero no están exentos de fenómenos de corrupción, camarillas políticas y sectores preferentes protegidos por los respectivos Estados. Los gobernantes, en estos casos, suelen permanecer en el poder por muchos años, anulando la posibilidad de elecciones democráticas.

Las experiencias con los gobiernos nacionales, regionales o locales de la izquierda socialista en Colombia no han sido buenas, recordemos por ejemplo las alcaldías de Gustavo Petro, de Samuel Moreno o Luis Eduardo Garzón, por ejemplo, y otros de la izquierda en diferentes ciudades, los cuales han hecho un pobre ejercicio de desarrollo de la ciudad, han creado una dura confrontación de clases, serios problemas en la contratación y graves problemas de corrupción. Es notorio el caso creado por Gustavo Petro en Bogotá con los servicios de basuras y transporte, para recordar este ejemplo notable por lo negativo.

En nuestra ciudad, el nuevo alcalde Daniel Quintero, auto declarado representante de la izquierda, no ha dejado en los pocos meses de su mandato sino una larga lista de arbitrariedades y yerros, citaremos algunos como referencia, pero son muchos más:

·         Querer modificar el objeto social de la EPM, desviándola de su función primaria, sin contar con su Junta ni con la ciudadanía, con la intención de un manejo político de los recursos técnicos y económicos de la empresa más importante para la ciudad y de las más significativas para el país.

·         Así mismo, y por encima de su Junta, tratar de cambiar las condiciones del complejo caso de Hidroituango, con afectación severa al riesgo otorgado por las calificadoras de riesgo por el deterioro al gobierno corporativo, el elevamiento en los intereses  sobre la deuda y el efecto negativo en el pago de los seguros, entre otros efectos de corto o mediano plazo, causando desconcierto e impacto económico a nivel nacional  e internacional, como es el caso de los fondos de pensiones y su ahorradores y pensionados con la desvalorización de su portafolios de ahorros e inversión.

·         Ruta N, una empresa técnica, investigativa, científica y promotor de la inversión y el desarrollo para la ciudad, destacada por su excelencia, también ha sentido el impacto de los devaneos con el gobierno corporativo por parte del señor alcalde.

·         El estilo del nuevo alcalde está conduciendo a una especie de coadministración desde la alcaldía, pasando por encima de los acuerdos de gobierno corporativo e independencia del manejo político.

·         En la administración municipal se han producido y se están produciendo muchas rotaciones de empleados de carrera y tradición para llenar los cargos con simpatizantes de la causa política del señor alcalde.

·         La iniciativa de traer médicos cubanos para combatir la pandemia, sin consultar con las organizaciones médicas de la ciudad, sus competencias y sus capacidades, dejó el sabor de un tufillo ideológico más que de salud y pandemia.

·         Se está creando un ambiente de confrontación con el empresariado y de lucha de clases en la ciudad que ha conducido a la desconfianza en la ciudadanía y prevención en sectores diversos de la actividad económica.

·         El seguimiento o perfilamiento de opositores mediante contratación de mecanismos de opinión, crea muchas inquietudes sobre los verdaderos intereses del alcalde.

·         En definitiva, es un estilo de gestión autoritario el cual contrasta negativamente con los modelos de colaboración entre diferentes sectores de opinión, de gobierno, de mutuo respeto y apoyo privado-público, de amplios núcleos de participantes que crearon los mandatarios de gobiernos anteriores para administrar con éxito la ciudad, sus ciudadanos y por encima de todo, los intereses de Medellín.

LA ANDANADA DE LA IZQUIERDA RADICAL

 Comentario 7/09/2020

LA ANDANADA DE LA IZQUIERDA RADICAL

Por: Carlos Alberto Mejía Cañas
Ingeniero Industrial y Administrativo
Http:/reflexiones-de-cam.blogspot.com

En los últimos 20 años, la confrontación política en Latinoamérica se ha vuelto demasiado álgida pues el péndulo ha oscilado desde una gran influencia de la izquierda hasta una contraria de la derecha, como es el caso, en el momento actual, de los gobiernos de izquierda de: Alberto Fernández y Cristina de Kitchner en Argentina, Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, en Cuba con Miguel Díaz-Canel (Los Castro) y Andrés Manuel López en México, o, por el contrario, gobiernos de marcado acento de derecha o centro como los de: Iván Duque en Colombia, Sebastián Piñera en Chile, Nayib Bukele en Salvador, Jair Bolsonaro en Brasil, Jeanine Áñez en Bolivia y en Costa Rica, Carlos Alvarado, para citar solo unos cuantos ejemplos.

Sin embargo, las recientes movilizaciones sociales en varios países de Latinoamérica con demanda de mejores condiciones sociales, ante fenómenos de pobreza e insuficiente distribución del ingreso, así como las manifestaciones de otros sectores de la sociedad por la defensa de las libertades democráticas ciudadanas, la división de poderes, el respeto por la constitución, y los derechos de los empresarios privados, demuestran el carácter de dos marcadas tendencias contrapuestas: el socialismo autocrático y/o autoritario (los autoproclamados progresistas), por un lado, y el capitalismo democrático, por el otro.

Las diferencias de modelos son marcadas, los primeros, de carácter socialista ( en ocasiones verdaderamente comunistas con partido único y órganos de representación sólo para el partido) son típicamente impulsores y ejecutores de políticas para concentrar en el poder y manejo del Estado la mayor influencia e injerencia en las diferentes actividades de la economía, muchos verdaderamente autoritarios, con limitación a las libertades ciudadanas y a los derechos democráticos, donde la oposición es perseguida y encarcelada o atacada y minimizada por las fuerzas del Estado y los poderes judiciales en connivencia con el Gobierno respectivo, más que con la aplicación de una justicia imparcial, equilibrada y equitativa. Elecciones libres son un “ser muy escaso”, sino absolutamente desaparecido, y cuando se hacen, son bastante amañadas y con resultados decididos antes de la elección.

Los avances en materia de progreso y bienestar de los gobiernos socialistas han sido muy lamentables como experiencia latinoamericana, baste ver los ejemplos de Cuba, Venezuela o Nicaragua, como verdaderos anti modelos de libertades cívicas y democráticas y de la existencia de sectores privados fuertes e influyentes. No están exentos de fenómenos de corrupción, camarillas políticas y sectores preferentes protegidos por los respectivos Estados. Los gobernantes, en estos casos, usan estilos autocráticos y suelen permanecer en el poder por muchos años, anulando la posibilidad de elecciones democráticas.

Las experiencias con los gobiernos nacionales, regionales o locales de la izquierda socialista en Colombia no han sido buenas, recordemos por ejemplo las alcaldías de Gustavo Petro, de Samuel Moreno o Luis Eduardo Garzón en Bogotá y otros de la izquierda en diferentes ciudades, los cuales han hecho un pobre ejercicio de desarrollo de la ciudad, han creado una dura confrontación de clases, serios problemas en la contratación y graves problemas de corrupción. Es notorio el caso creado por Gustavo Petro en Bogotá con los servicios de basuras y transporte, para recordar este ejemplo notable por lo negativo.

En nuestro país, la izquierda radical ha buscado por todos los medios desacreditar el modelo económico, político y social del país, todos los gobiernos de economía liberal capitalista, democráticos y respetuosos de la ley y las instituciones, que han sido elegidos en forma libre y espontaneas por los ciudadanos, no con triquiñuelas como los miembros de las FARC que llegan al Senado a partir de un acuerdo de paz espurio e inconsulto, luego de un plebiscito que, contra todas las maquinarias, se votó en contra, a pesar de 8 años del gobierno Santos que negoció el país y sus instituciones bajo el supuesto de la paz, pero con el trasfondo del premio nobel a su favor. Además, con el incumplimiento flagrante de loa acordado en el proceso de paz sobre desmovilización, verdad, cultivos ilícitos, rutas, contactos, lavado de activos, erradicación de cultivos ilícitos, etc.

Debe recordarse que esa misma izquierda radical ha atentado contra el país y sus instituciones a través de la historia en hechos tan dramáticos como las tomas a embajadas, del palacio de justicia, a pueblos y regiones enteras, los atentados a la infraestructura, las regiones sembradas de coca, el lavado de activos, también, un largo etc.

En el último término, los más osados líderes de esa izquierda radical, liderados por el senador Iván Cepeda, han intentado lo que más votos y publicidad les puede producir, condenar al senado Álvaro Uribe, por supuesto fraude procesal y compra de testigos, para lo cual tejieron la urdimbre y la trama con la connivencia de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes históricamente odian al senador Uribe por su oposición a la usurpación de las Cortes no sólo a interpretar las leyes sino a crearlas a su amaño e interés y por su corrupción. Esa “sacrosanta” Corte tuvo la osadía de, sin mediar imputación de cargos, ni juicio, sin darle derecho a la defensa, sin recibir sus contrargumentos, con interceptaciones telefónicas ilegales, sin permitir el contrainterrogatorio de los siniestros testigos, quitarle la libertad al Senador Uribe, por su supuesta peligrosidad para la justicia.

El tiro les ha “salido por la culata” y ahora el Senador Uribe pasa a la fiscalía luego de tener que despojarse de su investidura como Senador, para buscar condiciones de justicia imparciales, donde podrá tener la investigación y el juicio abierto y público, que en el derecho le corresponde, presentar su defensa, sus argumentos y demostrar su inocencia.

Para la izquierda radical la “cabeza” del expresidente Uribe es un trofeo de caza de máximo valor, pues afectaría no sólo su buen nombre y su gestión, por la cual ha sido el senador más votado de Colombia y el ganador de las últimas elecciones presidenciales (hasta la del traidor de Santos), sino también para desprestigiar su partido y al gobierno de Iván Duque que forma parte del Centro Democrático. Esto les produciría, sin duda, muchos votos para las próximas elecciones, donde poco a poco esperan tomarse a Colombia para su gestión de socialismo de estado, autocrática y totalitaria, con conflicto de clases y odios por doquier. Por consiguiente, veremos que esta “película” se prolongará, con toda clase de triquiñuelas.

¿Qué pasará en el momento en que Uribe pueda demostró su vedad y su inocencia?, el sólo hecho de ganar su libertad será una gran derrota para la izquierda, pero el archivo de su supuesto expediente contra Uribe, será también una gran victoria para la centro-derecha, la cual debe asegurar la confianza del país en su institucionalidad, en su modelo político, económico y social y en la tranquilidad frente a un gran líder.

ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO

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