Comentario 26/04/2021
LA
RECUPERACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Francamente,
los años 20 y 21 en lo que va corrido han sido tan atípicos que no parece
existir una convicción firme y realmente concluyente sobre cómo será el proceso
de recuperación económica y social. Son tantos los sectores económicos
golpeados, las poblaciones sin distingo de edad, condición y ubicación también
afectadas, el desmedro de las finanzas públicas, tan fuertemente dependientes
de una reforma tributaria que tambalea por su falta de oportunidad, si bien no
por su necesidad.
Algunos
medios de comunicación califican estos dos años como de los peores años en la
historia de la humanidad. No es sólo por la pandemia, también se han presentado
todo tipo de adversidades por condiciones climáticas, de guerras de origen
político, religioso o territorial, de hambrunas, de desplazamientos humanos, de
otras enfermedades, de racismo y discriminación, de persecuciones políticas o
ideológicas, de populismos o nacionalismos malsanos, de pobreza y desempleo, de
inmigraciones sin control, entre los muchos males y afectaciones.
Como
consecuencia, hoy tenemos graves problemas en el sistema de salud, por
supuesto, pero también de negocios quebrados o en muy mala situación de
liquidez, de mercados cerrados, de falta de cosechas, de parálisis en la
demanda de muchos bienes o servicios, de presupuestos agotados, de Estados y
Gobiernos exhaustos y sin capacidad, etc., en fin, parece un círculo de nunca
acabar, pues unas circunstancias afectan a otras, generando sinergias negativas
entre sí. Sectores tales como el turismo, la educación, la recreación, el arte
y la cultura, la gastronomía, el deporte, la producción de muchos bienes y la
prestación de muchos servicios, entre muchos otros, han tenido golpes dignos de
un verdadero knock out (“fuera de combate”). Por supuesto la afectación
negativa en el empleo, en la ocupación productiva, en la depresión y la
ansiedad, en los desarreglos familiares y personales, y en la pobreza, no se
han hecho esperar.
Alguien
podrá pensar, y tiene la razón, que la mayoría de esos problemas han existido
desde muchos años atrás, pero cuando todos se presentan simultáneamente y con
tanta fuerza, crean un efecto entre ellos que multiplica su impacto negativo y
destructor. Es así como los niveles de vida y la calidad de vida se deterioran,
de hecho, se estima que, de 2 a 4 millones de personas de la clase media, de
los aproximadamente 30 millones que existen en Colombia, se “rodarán” a
escenarios de pobreza, capítulo donde habíamos ganado un gran terreno en los
últimos diez años. Posiblemente, se tardará varios años el país para que estas
personas y sus familias restablezcan su posición anterior de bienestar de vida
y capacidad de compra. De hecho, diversos analistas opinan que el proceso de
recuperación económica, en general, podrá tomarse hasta el año 2025 para
retomar los niveles anteriores a la pandemia del covid-19. En algunos aspectos,
el proceso tomará más tiempo y aún hasta una década para su normalización y
habrá casos donde no se recuperará.
Las
soluciones no son fáciles, pero hay que echar mano a lo disponible y focalizar
los esfuerzos para poder acertar y recuperarse, no se debe “disparar con
escopeta regadera” sino con la más fina “puntería”. Colombia tiene extensión,
diversidad de climas y amplios recursos hídricos, a su vez posee una población
económicamente activa de cerca de 25 millones de personas y, por otro lado, hay
un gran retraso en infraestructura urbana, rural y en vivienda especialmente de
carácter social. ¿Será posible concebir dos grandes planes, concertados entre
el gobierno y el sector privado, para producción agropecuaria en gran escala,
el primero, y para desarrollo de infraestructura a todo nivel, el segundo, con
una ejecución simultánea? Además, estos planes rodearlos de facilidades
extraordinarias para su ejecución, tales como medidas para agilizar los
contratos de trabajo, el pago de impuestos diferidos, las facilidades de
importación de insumos y maquinaria no producidas en el país, etc.
El
mayor abastecimiento de alimentos diversos produciría un impacto benéfico en el
precio de la comida y en la generación de excedentes para exportar, tanto en
flores, frutas, verduras, hortalizas y carnes diversas que el mundo requiere.
Con esto se contribuye al abastecimiento interno a menor costo y a que no se
disparen los índices de inflación por mayor consumo, pero lo más importante, a
muchas personas que se ocuparán en el campo de la producción agropecuaria. Se
acudiría a las cláusulas de salvaguardia para transitoriamente detener las importaciones
de estos productos provenientes de otros países con los cuales tengamos
acuerdos de comercio. Los productores ganarían más por volumen que por el
margen de venta en los productos comercializados. Además, toda la cadena de
alimentos, desde la producción, la comercialización, el transporte, el
almacenaje, la preservación, el procesamiento, la transformación como insumos
para otros productos y la distribución, se moverían, y con ellos, buena parte
de la producción y el consumo.
De
otro lado, siempre hemos sabido que las obras de infraestructura son un gran
generador de demanda en toda la economía, ya que requieren insumos, maquinaria
y equipos, productos, servicios, contratos, financiaciones, controles,
consultorías, etc. cuantiosos y diversos, con lo cual serán otro gran frente
generador de demanda y simultáneamente una importante fuente de ocupación
productiva para personas y empresas, en todas las regiones del país.
Estas
dos prioridades, por supuesto, producirían sinergias positivas con los demás
generadores de demanda y oferta en todas las cadenas productivas y, como
resultante, mayor ocupación y empleo. Eso es precisamente lo que necesitamos
para salir “del hueco pantanoso en que nos metimos y con las llantas
resbalando”, estos programas obrarían como una “doble tracción”, aumentando la
potencia de toda la actividad productiva y dinamizando la oferta y la demanda.