Comentario 11/07/2022
LAS
SEÑALES EQUIVOCADAS
Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/
Próximo
a su posesión el 7 de agosto, el elegido presidente Gustavo Petro, por sí mismo
o a través de los miembros de su equipo, continúan lanzando una serie de
mensajes en los cuales ratifican muchos de los postulados de su campaña, si
bien ya han tenido la sindéresis de corregir otros, bien por su propio criterio
o por el de algunos de sus ministros y consejeros recién nombrados. Veamos las
señales que, en nuestra opinión, lamentablemente, todavía son erróneas, las
cuales traducen inestabilidad a la economía, a los sectores empresariales y a
los ciudadanos, en un ambiente internacional turbulento, con riesgos
inflacionarios, cambiarios y políticos, como quien dice “a quien no quiere
caldo se le dan dos tazas”. Mencionado sólo algunas, en nuestra opinión son
equivocadas sus políticas y pretensiones sobre:
1.
No
permitir la exploración y explotación de nuestras reservas de petróleo, gas o
carbón para nuevos contratos. Colombia no es una potencia en estos recursos,
pero lo poco que tenemos lo necesitamos o bien para consumirlo y no tener que
importarlo o bien para exportarlo y mejorar con ello los ingresos disponibles
para resolver los problemas de algunos sectores sociales con carencias
marcadas. De hecho, los recursos de las regalías que alimentan los presupuestos
regionales surgen en buena medida de estos ingresos.
Este anuncio
afecta, además, la estabilidad futura de Ecopetrol, la empresa de mayor
contribución al presupuesto público, no sólo en su valoración de mercado actual
sino, y lo más grave, en su perspectiva futura. Es simple afirmar que el país
debe transitar en un lapso de 10 o 12 años por una senda de transformación
energética hacia fuentes consideradas limpias, pero la realidad es que son
costosas y no están disponibles ni en forma rápida ni con las cantidades de
producción de energía requeridas. También, cancelar los proyectos de fracking
experimentales, que el país estaba iniciando y ya había contratado, parece un
despropósito, pues justamente estos proyectos demostrarían su inocuidad frente al
medio ambiente, si se hacen correctamente, o sea, cuando ya tenemos la solución
potencial a la vista, el nuevo presidente la cancela. Esto traerá consecuencias
económicas insospechadas por el precio de los energéticos para la economía y
compromete el futuro en la estabilidad de las finanzas públicas y de buena
parte de la economía nacional. Además, algunas demandas vamos a tener por los
10 contratos ya firmados, autorizados por el Consejo de Estado.
2.
Tampoco
parece sensato querer modificar la estructura de la salud en Colombia,
particularmente las EPS de buena calidad, en su papel de aseguradoras en salud,
con modelos de prevención y curación que son reconocidos a nivel mundial. No es
casual que tengamos una cobertura superior al 95% de la población con una
medicina razonable. Como en todo, mejoras hay por hacer, pero no afectando la
estructura y la columna vertebral del sistema. Hemos tenido fenómenos de
corrupción en la salud, pero esto no es atribuible al modelo, es ajeno al
sistema y su combate corresponde a los organismos de vigilancia y control. No
es dable pensar que la causa son las propias EPS y, en sentido contrario, que
estos problemas se subsanan trasladando la responsabilidad a las secretarías de
salud municipales o departamentales porque no son idóneas para ello, carecen
del conocimiento, la experiencia y la infraestructura necesarias. Además,
también, y quizás, más susceptibles de corrupción.
3.
La
reforma tributaria es otro capítulo que llena de incertidumbre a los ciudadanos
y la economía en general. Por definición una reforma tributaria consiste en
retirar recursos del flujo de dinero privado, en el cual, a nivel empresarial
forman parte de la actividad productiva y a nivel personal, son ahorro o
consumo, para trasladarlos al fisco nacional, con la orientación de un
ambicioso plan de subsidios, bien intencionados sí, como los de carácter social
(pobreza, educación, salud, vivienda, infraestructura), pero imposible en su
sostenibilidad. En un momento de recuperación económica, los montos esperados
de recaudo parecen exorbitantes y tendrán su costo. Restablecer impuestos como
los del patrimonio, la renta presuntiva, mantener el 4 por mil, retirar los
días sin IVA, si bien se pretende afectar sólo a las personas de mayores
ingresos, las cuales son menos del 2% de los ciudadanos, no suena sensato. Aquí
surge la eterna pregunta de si la solución de los problemas sociales se realiza
por la vía de los impuestos, con corrupción incluida, o por la vía del
crecimiento económico, tal que permita mejor generación de oportunidades e
incremento en las actividades productivas de independientes y empleados.
Creemos que es más lo segundo que lo primero, como está ocurriendo actualmente
con producto interno bruto al alza y desempleo a la baja. Otra señal
equivocada, más populista que real.
4.
Empleo
para desocupados y pensiones para quien no las tenga por cuenta del Estado son
dos de las promesas más sonadas de su campaña, imposibles de cumplir, por
supuesto, ante el delicado momento de las finanzas públicas, fruto de la
pandemia. Como decimos popularmente “esas uvas están verdes”. Hasta el
reconocido nuevo ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien es también de
corte progresista, ha manifestado su reserva y reticencia de considerarlas
posibles. Otra señal llena de populismo y de poca realidad.
5.
La
cacareada reforma agraria contemplada en el acuerdo de paz, con la compra de
tierras improductivas por parte del Estado para regalarlas a los campesinos, es
un sueño que el país ha tenido en su mente por muchos años, pero que a la hora
de la verdad no cuenta con las definiciones de política, la infraestructura y
los recursos necesarios para realizarse. Algo se ha hecho y algo se hará, pero
pregonar a los cuatro vientos que ésta es una decidida política de su gobierno,
hará chocar a Petro y a los petristas con una dura realidad. Con este son
varios los énfasis prioritarios que debe tener el presupuesto público, según el
gobierno de Petro, como también lo son la educación o la pobreza, por ejemplo, pero
los recursos presupuestales no son un “elástico” que estira sin reventarse.
6.
Medio
ambiente, sustitución de cultivos, glifosato y narcotráfico, todos estos son
temas que están atados y son de enorme complejidad, por supuesto, todos
defendemos las condiciones de un medio ambiente puro y no contaminado en sus
tierras, aire o aguas, sin embargo, si no se emplea el glifosato en la
erradicación eficaz, la sola sustitución de cultivos será incapaz de producir
los resultados necesarios. Es curioso, por decir lo menos, cómo en los demás
cultivos si puede utilizarse este herbicida (roundup), pero contra los cultivos
de alucinógenos no se puede. En los demás cultivos no es contaminante, en este
sí, según las altas Cortes colombianas, de lo cual se deben sentir felices los
narcotraficantes, los mayores generadores de la violencia en el campo. Este
problema es multinacional en algunos de sus aspectos y merecería una acción de
la cancillería en buscar soluciones conjuntas, coordinadas y consensuadas.
7.
La iniciativa
de cesar la dependencia de la Policía -y específicamente la de transformar o
cambiar en su interior el ESMAD- desde el ministerio de defensa para pasarla al
ministerio del interior o la de desaparecer la procuraduría y trasladar sus
funciones a otros órganos de la justicia, son cambios sobre los cuales el país
ya tiene malas experiencias o que requerirían de una asamblea constituyente
para modificar su estructura orgánica, una de las veleidades más peligrosas de
los gobiernos de izquierda, tipo Chile, un buen espejo de lo mal que les ha
ido. Esto no se debe permitir en Colombia, por supuesto. Aunque los seguidores
de Petro en el Congreso ya hablan de utilizar un procedimiento “Fast track”,
como con el que sacaron adelante el llamado plebiscito por la paz a pesar de
haber sido negado, procedimiento que no existe en la constitución.
8.
La
migración de venezolanos no se solucionará por tener relaciones con Venezuela,
este es un problema real de ciudadanos que ven inviable su vida en su país de
origen. Deben existir soluciones más de fondo para permitirles la ubicación
laboral y la familiar, en Colombia, con el concurso económico del propio
Venezuela, por supuesto.
9.
Siguen
gravitando en el país las palabras “democratización y perdón social”, provenientes
de la campaña de Petro, con significados que aún son un enigma, no se sabe a
ciencia cierta su definición, alcance y aplicación, lo cual es otra fuente de
incertidumbre.
10. La comisión de la verdad ha producido su
informe con insuficiente verdad, según muchas corrientes de opinión, se les ha
cargado la mano a las instituciones, más que a los verdaderos causantes de la
violencia, la guerrilla y los paramilitares, unos, recíprocamente, causa y
efecto de los otros. Si Petro acepta sin más sus recomendaciones, va a dejar un
nuevo vacío para el país en sus procesos de verdad, justicia, reparación y no
repetición, lo cual era, supuestamente, el propósito del acuerdo de paz, muy
rimbombante en su explicación, pero poco eficaz en su real cumplimiento.
11. El pacto de unidad nacional, propuesto
por Petro, es una idea de común ocurrencia en los nuevos gobiernos y es loable
como planteamiento, simplemente hay que volverlo verdaderos compromisos,
factibles, financiados y ejecutables, por parte de todos los participantes,
pero, además, dejando el espacio político e institucional necesario para la
actividad de los que sean oposición. Gobiernos basados en el unanimismo
político, burocrático y no programático, y, además, sin oposición, son un
camino ya recorrido en muchos países del mundo, lo cual conducen a la
connivencia con malas prácticas antidemocráticas, a más corrupción y mayor
ineficiencia en el ejecutivo.
La
economía colombiana ha demostrado una gran resiliencia y una excelente
capacidad de recuperación luego de la pandemia, a pesar de las condiciones de
entorno mundial, sin embargo, noticias como las narradas en este documento no
son buenas señales para los agentes económicos, con lo cual los indicadores
macroeconómicos pueden empezar a resentirse o acabar de deteriorarse, como ya
está ocurriendo, muy diciente la volatilidad de los tipos cambiarios, la
inflación persistente y el alza pronunciada en las tasa de interés, por
ejemplo. La incertidumbre y la desconfianza no son buenas consejeras para los sectores
privados nacionales e internacionales. Todo gobierno merece un compás de
espera, pero, por ahora, hay señales que dejan grandes inquietudes.