sábado, 31 de julio de 2021

PROSPERIDAD SIN CRECIMIENTO

 Comentario 02/08/2021

 

PROSPERIDAD SIN CRECIMIENTO

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

En un interesante libro del autor británico Tim Jackson, denominado “PROSPERITY WITHOUT GROWTH”, se hacen reflexiones sobre el concepto de prosperidad y cómo no está determinada únicamente por el crecimiento económico y el tamaño del PIB per cápita de los países. El texto está fundamentado en estudios científicos poblacionales realizados en diferentes países con condiciones distintas de ingreso por habitante, edades, escenarios de vida, crecimiento económico, educación y bienestar social proporcionado por los Estados.

Lo primero que hace es discutir el término prosperidad, cómo se entiende, para encontrar que la prosperidad no es un concepto universal ni único, cuya interpretación depende de la cultura y costumbres y del entorno de cada país: puede ser más próspero alguien que se eduque y progrese que alguien que simplemente tiene mucho dinero. Aquí entran a jugar conceptos tales como: felicidad, bienestar, calidad de vida, ingresos, opulencia, utilidad, seguridad, plenitud, satisfacción de vida, entre otros, encontrando que existe una gran correlación entre la felicidad y el bienestar de vida, pero no así entre la misma felicidad y los ingresos per cápita.

Hay sociedades con menor ingreso per cápita que se manifiestan muy felices, como es el caso de Colombia, calificado como uno de los países más felices del mundo, sin embargo, muy lejos de los ingresos por habitante de los países más desarrollados. De hecho, hay países de bajo ingreso por habitante y de bajo crecimiento económico cuyos ciudadanos afirman vivir muy felices, pero en este caso se refieren más a la satisfacción de vida que al ingreso, la opulencia, la seguridad o la utilidad.

La prosperidad y el bienestar son conceptos bien diferentes en la mente de las personas cuando se tratan de asociar con el ingreso. Obviamente se requiere un mínimo de ingreso para tener bienestar y para sentir prosperidad, sin embargo, crecer en ingresos no necesariamente se traduce en más felicidad, de hecho, las personas de altos ingresos se manifiestan tan felices como otros de menos ingresos, pero en muchas ocasiones más infelices que los demás.

A diferencia del ingreso como el causante del bienestar de vida y la felicidad, el profesor Jackson lo asocia con tres conceptos relevantes en general:

  1. Vida saludable: es decir condiciones de vida razonables en cuanto alimentación, salud, recreación, deporte, placeres sanos, buen dormir y medio ambiente.
  2. La esperanza de vida: aunque reconoce que hay factores genéticos involucrados, especifica que las sociedades que logran mayor esperanza de vida intrínsecamente demuestran mayores niveles de tranquilidad, relaciones sociales pacíficas y armónicas y de costumbres de vida sanas.
  3. Participación en la comunidad: este factor lo considera indispensable para el bienestar, tener algún tipo de relación con otros miembros de la comunidad, en forma estable y participativa, cualquiera que sea la naturaleza de esa relación. Advierte que una de las causas de mayor infelicidad y enfermedades físicas y mentales es justamente la soledad y el aislamiento.

Lamenta que lo que en realidad nos interesa, lo estemos traduciendo en consumo más que en bienestar, los factores de familia, amistad, sentido de comunidad, sentido de pertenencia, estatus social, propósito de vida, identidad, entre otros, nuestra sociedad de consumo trata de rodearlos de bienes y propiedades para poderlos disfrutar, lo cual no debe ser así. Estos son valores por sí mismos, no por lo que el resto de la sociedad piense de ellos o haga con ellos. Por ejemplo, el sentido de familia está muy arraigado en familias aún de menores ingresos más que en familias de altos ingresos, donde, en muchos casos, justamente los ingresos se han vuelto el origen y la causa de la división familiar. En otro caso, por ejemplo, nuestra sociedad le da valor al estatus social que se logra con la acumulación de bienes, pero esto no necesariamente nos hace mejores personas o personas con más bienestar de vida o satisfacción de vida.

En síntesis, afirma, tener dinero es sinónimo de estatus social, no tenerlo es considerado pobreza o ausencia de bienestar, aunque las personas pobres muchas veces se ven muy felices. Sin embargo, hay una relación entre la manera de ser, de tener, de pensar y de obrar y el bienestar de cada individuo, muchas veces tener más no es sentirse mejor, es sólo haber acumulado más bienes o dinero, lo cual quizás nos proporcione más estatus social, pero no necesariamente más felicidad. Muchas personas, aún con más recursos y posesiones, se sienten infelices y algunos, lamentablemente tienden al suicidio físico o mental (separarse de la comunidad).

La felicidad, en consecuencia, parece tener más que ver con nuestra actitud de vida y nuestras creencias y valores positivos, que con nuestras posesiones. De hecho, hay muchas personas en la historia que han entregado sus bienes para servir a los demás y así han encontrado la felicidad y, en algunos casos, la santidad. En cambio, hay muchos que son islas de prosperidad y océanos de infelicidad.

Si esto es así, ¿qué nos motiva, entonces, al progreso social o personal mediante el dinero? En la práctica, los ingresos son necesarios, pero no son suficientes para garantizar la prosperidad o para apuntalar la felicidad. La esperanza de vida mejora con el ingreso, pero llega un momento en el que más ingreso no agrega más esperanza de vida, por ejemplo. Inclusive hay países de menores ingresos que tienen mejor esperanza de vida que otros de mayores ingresos. Nuestra felicidad, bienestar y progreso está más en nosotros mismos y nuestra adecuada relación con los demás, que de los bienes y dinero que tengamos o en lo que otros piensen de nosotros.

sábado, 24 de julio de 2021

EL IDEARIO DE PEDRO CASTILLO

 Comentario 26/07/2021

 

EL IDEARIO DE PEDRO CASTILLO

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

En una cerrada votación, llena de impugnaciones de fraude por parte de sus opositores, Pedro Catillo[1] ha sido nombrado presidente electo del Perú, quien el 28 de Julio recibirá la banda presidencial y tomará su juramento, luego de un período de tumultuosos años de gobiernos acusados de corrupción, incluidas las famosas coimas de Odebrecht, y la fatídica muerte de Alan García, quien prefirió suicidarse antes de ser detenido. Perú ha sido víctima de fuertes confrontaciones políticas entre el ejecutivo y el legislativo en las últimas vigencias presidenciales y de una confrontación partidista enconada y polarizante.

De hecho, Perú está dividido en dos mitades políticas de acuerdo con esta última elección y según los votos válidos escrutados, los cuales arrojaron un resultado de casi el 50% de la votación a las corrientes de centro y de derecha representadas por Keiko Fujimori y a la corriente de izquierda más radical del maestro Castillo.

Pues bien, es útil reflexionar sobre el pensamiento general que acompaña al señor Castillo y las bases de su ideario político, según el cual Perú debe realizar una Asamblea Constituyente que modifique la constitución actual, adoptada en el año 1993, durante el gobierno de Alberto Fujimori, padre de Keiko.

Los fundamentos de Castillo son de corte nacionalista, fuertemente populista y con un modelo económico de carácter estatista. De acuerdo con su ideario, en Perú:

  • El Estado debe tener plenas facultades para intervenir en la economía y no de una manera subsidiaria a lo no realizado por el sector privado.
  • Los recursos naturales deben ser estatizados y administrados por el Estado y no por los particulares.
  • Debe fomentarse la inversión nacional por encima de la extranjera, al punto que el mercado podría ser intervenido por el Estado para dar preferencia al consumo nacional.
  • La libertad de mercado y de iniciativa privada está condicionada al interés nacional que el gobierno definirá.
  • El rol del Estado es ser un competidor al mismo nivel que las empresas privadas.
  • Las empresas extranjeras estarán sujetas a elevados impuestos.
  • El banco central podrá emitir dinero para financiar gasto público, sin restricción ni limitación y sin tener como contrapartida el elevamiento de la producción nacional, sólo más gasto, el cual inevitablemente se volverá una espiral inflacionaria como ya ha ocurrido en todos los países del mundo donde esto se ha hecho.
  • La educación pública debe ser gratuita y pagada por el Estado. No sería raro una dosis de adoctrinamiento político detrás de esta iniciativa, como sucede en los países de corte socialista.
  • Los principios de constitución, instituciones, democracia y libre inversión, han quedado en suspenso con su orientación estatista y de corte autocrático.

No se diga más, que con esto es suficiente para reflexionar que el Perú ha caído en las manos de un pensamiento semejante al de Maduro en Venezuela, los Castro (Diaz Canel) en Cuba, Daniel Ortega en Nicaragua y Alberto Fernández en Argentina, por ejemplo, de acento populista, nacionalista y autocrático. Y se habla de un “eje” político conformado por estos mandatarios.

No es sorprendente registrar el gran éxodo de capitales peruanos a otros países latinoamericanos o a los Estado Unidos y Europa respectivamente, se mencionan cifras de cerca de US$15.000 millones de dólares que han sido extraídos de la economía peruana, en busca de mejores destinos y de refugios seguros. La amenaza es muy grande como para no reaccionar. No es nada raro que la inversión extranjera se paralice y aún la inversión nacional, de un régimen de libre mercado se quiere llegar a un intervencionismo de estado autocrático, de un marcado corte de izquierda radical, grave y preocupante. Habrá que esperar, además, la reacción del congreso peruano, donde Castillo no tiene mayoría y encuentra fuerte oposición.

De nada servirá la cacareada afirmación de Pedro Castillo sobre que él no es comunista y de su mano extendida para decir que será un gobierno de todos y para todos. Su ideario político de “Perú libre” ha sido redactado en colaboración del médico Vladimir Cerrón Rojas, con una marcada tendencia procubana, país donde se educó. Sin embargo, Castillo repite: “Rechazo rotundamente que vamos a traer modelos de otros países. No somos chavistas, no somos comunistas, no somos extremistas, menos somos terroristas”, palabras que pronunció de nuevo al recibir las credenciales presidenciales.

Veremos en los próximos años cuál es la realidad del gobierno de Pedro Castillo y si Perú terminará siendo un país mejor, con más progreso y bienestar para todos o, por el contrario, caminará la senda de sus vecinos latinoamericanos, ya mencionados, o inclusive con una radicalización política socialista que no tenga vuelta atrás en muchos años.



[1] José Pedro Castillo Terrones (Chota, Cajamarca; 19 de octubre de 1969) es un profesor, rondero (vigilante comunitario), dirigente sindical y político peruano, actual presidente electo del Perú. Fue rondero durante su juventud e incluso llegó a ser dirigente nacional de la Organización de Rondas Campesinas. Como docente de primaria y presidente del Comité de Lucha de las bases regionales del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú, se hizo conocido a nivel nacional por ser el principal dirigente en la huelga magisterial de 2017. En política, fue miembro del comité regional de Cajamarca de Perú Posible, partido por el cual postuló a la alcaldía de Anguía (sin conseguir el cargo) en 2002. En 2021 se postuló a la presidencia de la República por el partido político Perú Libre, logrando el primer lugar en la primera vuelta con el 18.92% de votos y superando en el balotaje a la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, con el 50.12% de votos. https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Castillo

domingo, 18 de julio de 2021

SOLIDARIDAD Y SOSTENIBILIDAD

 Comentario 19/07/2021

 

SOLIDARIDAD Y SOSTENIBILIDAD

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

A raíz de la pandemia, del paro nacional, los bloqueos, del deterioro de la economía nacional y mundial, del déficit fiscal, entre otros, saltan al escenario un sin número de necesidades de las más diversas naturalezas en: salud, pensiones, educación, renta básica, peajes, proceso de paz, precio de los servicios públicos, nóminas, generación de trabajo y otro interminable número de peticiones de subsidios, beneficios y aspiraciones, desde las más peculiares situaciones.

Es un “rosario” de nunca acabar, el cual, además, se mezcla con el daño que los vándalos han causado en los bienes públicos, en la infraestructura de transporte, en la banca, en el comercio y en toda la actividad productiva, cuyo principal efecto ha sido limitar la movilización de personas, alimentos, drogas, mercancías, etc., todo lo cual se traduce en un menor abastecimiento, con lo que se han elevado inevitablemente los precios de las mercancías, de los bienes y de los servicios, transformándose en un fenómeno creciente de inflación y acaparamiento. El lugar común de la ciudadanía es pedir, y en muchos casos exigir, que sea el Gobierno nacional quien subsane todas esas carencias, pero también, desafortunadamente, éste está “pasando aceite” en su funcionamiento, por agotamiento en las finanzas públicas. Es decir, el “hambre y la necesidad” se juntan con la “imposibilidad”, formando un complejo escenario.

Es cierto, sí, que se requiere mayor esfuerzo de austeridad fiscal, que se combata la corrupción, la evasión y la elusión tributaria, que se acabe el clientelismo, que se mejore la eficiencia del gasto, entre otras cosas, pero pedirle al Gobierno que genere más soluciones sociales sin darle más recursos, es prácticamente imposible. Especialmente dura ha sido la crítica al Gobierno de la clase política, por razones de política partidista y electoral debido a las elecciones del próximo año. Es necesario, entonces, hacer algunas reflexiones sobre esas necesidades y realidades, por supuesto, omitiendo muchos detalles dado su extenso contenido. Empecemos por los principales hechos actuales que nos caracterizan, sin ser los únicos y sin entrar en excesivas estadísticas:

  • Los niveles de pobreza en Colombia, con motivo de la pandemia, ya han llegado a más del 40% de la población, situación en la cual nos han repetido que muchas familias han tenido que “arrugar” su sistema de vida a niveles tales como dejar una comida de las tres diarias, y, en algunos casos, a tener una sola en todo el día. La clase media se ha visto especialmente afectada por la pandemia y el paro, con un porcentaje importante que está entrando en escenarios de pobreza.
  • El desempleo formal no desciende del 15% de la población con capacidad de trabajar, lo cual significa una carencia real de oportunidades y alternativas de un ingreso razonable para muchas personas, y, si se mira al futuro, difícil bajar este guarismo a menos del 10% en corto tiempo, como era antes de la pandemia.
  • La informalidad la vemos todos los días, en todos los lugares, en todas las calles y en todas las ciudades y poblaciones, la venta de “cualquier cosita” se ha convertido en el medio de vida y de sustento de miles de familias, ya que hoy se estima que la informalidad cobija al 60% de la población ocupada.
  • Igual que toda Latinoamérica, Colombia es un país con gran desigualdad en los ingresos y en la riqueza, como lo demuestran los índices de concentración que lo miden, para lo cual, seguramente, las personas y empresas de mejor condición económica deberían ser más solidarios en estas situaciones de pandemia, pero la verdadera redistribución de las oportunidades surge de la educación, que es la mejor manera de salir de la pobreza, más que de la distribución de la riqueza. Sin embargo, hay que resaltar que los empresarios han dado un paso al frente aceptando una nueva reforma tributaria, en trámite, que limita sus deducciones y aumenta sus impuestos en forma permanente. Un aplauso por esa solidaridad.
  • Los impuestos en Colombia representan el 19.7% del PIB, mientras en países cercanos y comparables son 22.9%, es decir, una diferencia de 3.2%, cuando la reforma tributaria del gobierno Duque pretende recaudar cerca del 1,3% del PIB.
  • Los problemas de deserción escolar por falta de recursos económicos se han agudizado en los últimos meses y el acceso a la educación virtual o a trabajos desde el hogar ha demostrado que muchas familias no disponen del internet, que sería el medio de mayor cobertura por su bajo costo, para estar vinculados con la comunidad, con acceso al conocimiento, al entretenimiento y al trabajo o a los estudios a distancia.
  • Durante la pandemia el gobierno ha destinado más de 20 billones, adicionales al gasto social corriente, en los auxilios y subvenciones para las familias de menores ingresos y ha creado nuevos elementos de subsidio, como el ingreso solidario, el subsidio a la generación de empleo, la gratuidad en educación y al mantenimiento de las nóminas, por ejemplo. De hecho, la nueva reforma tributaria está enfocada en financiar este mayor gasto y en nivelar las finanzas públicas.
  • La deuda actual del gobierno equivale al 67% del PIB, desde el 42% que debía unos años atrás, y va para 69% el próximo año, además, el déficit fiscal ya es cercano al 9% del PIB, lo cual nos ha conducido también a la pérdida del grado de inversión y a la rebaja de la calificación de riesgo país. Esto nos pondrá en un escenario de incremento en el costo del crédito externo y con limitación para su acceso y con ello se acabarán de empeorar más las cosas, o sea, la tormenta perfecta.
  • A todo lo anterior, se suman los graves problemas de violencia, corrupción, contrabando y narcotráfico que destruyen el medio ambiente o la economía nacional o los dos simultáneamente. Llegar a las regiones más apartadas y desfavorecidas por la condición de pandemia, es casi que imposible por la acción del narcotráfico y de la guerrilla.

Hay muchas otras razones, entonces, que afectan nuestro desenvolvimiento político, económico y social, pero el espacio se hace corto para exponerlas, son de suficiente peso e importancia las anteriores, ya que impactan el interés de toda la comunidad. Es fácil colegir de la descripción anterior la inminente necesidad reformar el sistema tributario colombiano. Se pretende, además, la ampliación poco a poco de la base tributaria, ya que hoy en Colombia, y para citar un problema protuberante, sólo declaran renta, 3.5 millones de declarantes personas naturales, de los cuales pagan renta solamente 1.6 millones de ciudadanos. El gobierno espera llegar paulatinamente a 7 millones de declarantes y, al menos, que crezca un poco el número de contribuyentes. Ese número en realidad es poco para el volumen de personas que sí generan ingresos razonables o superiores.

¿Si todos los que podemos no ponemos un poco de lo que hoy tenemos, quién va a apoyar a los que no tienen o a los que han perdido con la pandemia y están en condiciones de vida de verdadero apremio? Es el momento de todos poner para la solidaridad, cada cual según su capacidad y en forma progresiva, y apoyar también la sostenibilidad del país, con un Estado austero, esta es la única forma de comprar presente, futuro y estabilidad política, económica y social.

martes, 13 de julio de 2021

SI VAS PARA CHILE

 Comentario 12/07/2021

 

SI VAS PARA CHILE

 

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

Una de las más famosas y tradicionales melodías del folclore chileno es la canción “Si vas para Chile”, la cual en alguna de sus estrofas dice: “Si vas para Chile te ruego viajero, le digas a ella que de amor me muero”. Por supuesto la canción se refiere a la mujer amada a quien se recuerda con cariño y se le manifiesta el amor a través del viajero, como reza el texto de la muy recordada canción. Hoy no nos referimos a la lejana y amada fémina sino al país recordado con admiración y profundo respeto por sus notables logros. Chile quien ha sido considerado país modelo de democracia, de instituciones, de progreso social y económico, como fruto de las características de la constitución actual, fundamentada en la economía de mercado, la libertad individual, la defensa del sector privado y la intervención subsidiaria del Estado sólo en aquellos sectores o aspectos donde no llegue el sector privado en forma competitiva y eficaz.

La constitución chilena fue elaborada en 1980 y tenía como principios básicos algunas reformas en cuanto al sector privado, a la sociedad y al mercado, como son:

  1. Liberalización financiera para permitir que instituciones del sector financiero públicas o privadas, nacionales o extranjera compitieran en el mercado financiero chileno, lo cual redundaría en mejores ofertas para el público, dada la mayor competencia y la intensa competitividad entre los distintos agentes participantes.
  2. Desarrollo de un mercado de capitales (bonos, acciones, títulos diversos) abierto a la inversión nacional y extranjera y a la oferta de valores de otros países en el propio mercado chileno, mediante el intercambio con otras bolsas de valores del mundo, lo cual le daría profundidad, diversidad y fortaleza de dicho mercado, especialmente para las inversiones reguladas o las discrecionales de las Administradoras de Fondos de Pensiones y de otros inversionistas institucionales, privados o, en muchos casos, del propio Estado chileno.
  3. Integración comercial con la economía mundial a través de acuerdos recíprocos de comercio e inversión, para fomentar un flujo amplio de bienes, servicios y capitales (TLC).
  4. Restructuración del sector público para volverlo un organismo pequeño en tamaño, pero muy eficiente en su intervención pública, especialmente en áreas de tipo social.
  5. Privatización de empresas del Estado en las cuales se había demostrado la no competencia o la baja capacidad de este para ser un jugador eficiente, eficaz y de bajo costo. El estado se volvería subsidiario del sector privado, actuando sólo cuando su resultado no fuera adecuado para las necesidades del país, especialmente en lo social, y siempre con el visto bueno del Congreso.
  6. Énfasis prioritario del país hacia la educación, con fortalecimiento en la diversidad de conocimientos, en las fuentes de investigación y en el favorecimiento de la complementariedad por parte de universidades y centros de investigación de gran diversidad de países.

Con cifras tomadas de Trading Economics, para mencionar sólo la última década, Chile pasó de un PIB por habitante en el año 2010 de US$22.337a US$24.967 para el año 2019 (no se compara el 2020 por ser atípico con la pandemia del Covid19), mientras Colombia para las mismas fechas pasó de US$12.480 a US$13.441 por habitante, respectivamente. Mirado para el último período, Chile tiene un PIB por habitante que es superior al de Colombia un 85.7%. A su vez, los niveles de pobreza en Chile habían llegado a sólo el 8% de su población y los de Colombia a 27% antes de la pandemia.

Es cierto que en ambas naciones se han presentado problemas tradicionales de concentración de la riqueza, como en muchas en Latinoamérica, pero esa mayor riqueza aún con su concentración también ha permitido mayor bienestar, nadie podría negar que en los últimos 50 años el progreso de cada uno de esos dos países y sus habitantes es notable. Sin embargo, los chilenos se decidieron por una nueva constitución, ya en redacción, para considerar en ella el concepto de “dignidad”, relacionada con el buen trato y el acceso a posiciones sociales mejores para los ciudadanos, así como hacer constar los derechos sociales en la misma y a cargo del Estado. En nuestra modesta opinión, no basta la redacción de los derechos en la constitución, además, la reacción inicial en Chile es ampliamente desfavorable pues los empresarios al ver amenazadas la libertad del mercado y de lo privado y la eventual preponderancia del Estado y su autoritarismo intervencionista en la vida económica, han empezado a llevar al exterior sus inversiones.

En Colombia, la Asamblea Constituyente del 91 elaboró la Constitución actual -con principios semejantes a los mencionados para Chile en los seis puntos anteriores- que ya ha tenido más de 50 reformas, sin embargo, algunos sectores de la izquierda hablan de la necesidad de una nueva Constituyente, como si la solución de los problemas fuera de redacción y no de la dinámica acción sinérgica privada y pública para ponerla en marcha, acompañada de buen gobierno, del combate a la corrupción y, por supuesto, de un robusto presupuesto público.

Lo curioso es que los chilenos constituyentes quieren tomar apartes de la Constitución colombiana por estar establecido que Colombia es un “Estado social de derecho”, lo cual, los chilenos consideran que no lo son según su constitución actual. Esto parece que se logrará en Chile, según su opinión, si: 1. Si los derechos sociales quedan consagrados en la constitución (salud, educación, vivienda, trabajo, bienestar, etc.), 2. Si la constitución declara que el país es una nación plurinacional (diversidad de territorios con características diferentes, que deben tener autonomía, incluidos los pueblos originarios), 3. Que el país es pluricultural (culturas y creencias diferentes que deben considerarse y respetarse desde la propia constitución) y 4. Que Chile está comprometido con el medio ambiente, según lo establezca su nueva carta política. Será que, con estos cambios, ¿la Chile de hoy se transformará en una mejor nación para todos sus ciudadanos o, por el contrario, más estatizada, con mayor regulación sobre el mercado y mayor control de la propiedad privada y de la libertad individual?, si es esto último, sería acabar de tirar por la borda muchos años de desarrollo económico y social, como ha ocurrido en otros de los países latinoamericanos que han abrazado esas banderas estatistas. Sobre esa nueva Chile estatista, que puede ocurrir, no quisiéramos ser testigos de su paulatina destrucción. Colombia también está avisada.

lunes, 5 de julio de 2021

¿DÓNDE ESTÁ LA BOLITA?

 Comentario 05/07/2021

¿DÓNDE ESTÁ LA BOLITA?

Por: Carlos Alberto Mejía C.
Ingeniero Industrial y Administrativo.
https://reflexiones-de-cam.blogspot.com/

 

A través de los años la estructura institucional del país se ha ido desdibujando, desde la división de poderes en las tres ramas, el ejecutivo (Gobierno), el legislativo (Congreso) y el judicial (Cortes), para transformarse en un país fundamentalmente concentrado en la acción de la presidencia. Aclaremos primero algunos términos de conocimiento general:

Los países de todo el mundo tienen sistemas de gobierno; algunos son gobernados por un presidente o un jefe de estado, mientras que otros son gobernados por el parlamento. Además de un buen número de diferencias entre un sistema parlamentario y un gobierno presidencial, la principal diferencia es el hecho de que en un gobierno parlamentario el primer ministro es el que tiene los poderes gobernantes, mientras que un presidente tiene el poder superior en un sistema de gobierno presidencial.

Una forma presidencial es un sistema de gobierno republicano y democrático dirigido por un jefe de gobierno, generalmente llamado presidente. Este jefe de gobierno dirige un poder ejecutivo que es independiente del poder legislativo y del judicial. En un estado democrático, el presidente suele ser un ciudadano electo, el cual, si bien no es responsable del poder legislativo, si puede ser destituido por el Congreso mediante un juicio político. Un estado dirigido por un presidente es la forma de gobierno más popular en la gran mayoría de los países. El presidencialismo o sistema presidencial, en consecuencia, es una forma de gobierno en la cual la Constitución establece una división de poderes entre el poder Ejecutivo, el poder Legislativo y el poder Judicial, como es el caso de Colombia.

El presidente es la cabeza del órgano que ostenta el poder ejecutivo, mientras que el poder legislativo lo suele concentrar el congreso, sin perjuicio de las facultades que en materia legislativa posea el presidente. Un país presidencialista, por lo tanto, es aquel en el cual el presidente actúa como líder de la nación, llevando su iniciativa de gobierno al congreso o a las cortes, según corresponda. Pues bien, en Colombia, país presidencialista por excelencia, pareciera que el Congreso y los partidos políticos que lo integran, no existieran. ¿Ha visto alguien presente el Congreso, o los llamados líderes políticos del mismo, con una actitud de liderazgo, de acción, de opinión, o al menos de contradicción, en los graves hechos y secuelas económicas y sociales para toda la comunidad originados en la pandemia, en el paro nacional, o en la compleja crisis económica que ha conducido al 40% de la población a situaciones de pobreza? Es como si no existieran. ¿Será por eso por lo que su opinión desfavorable es del 87% y la favorable, de sólo el 7%, según las últimas encuestas de opinión?

Los políticos del país, lo único que hacen es exigirle al gobierno nacional presupuestos y obras de su interés regional y electoral, o más subsidios y subvenciones, para repartirlos a diestra y siniestra, sin consideración alguna por la grave crisis del déficit fiscal y endeudamiento público por la que atraviesan las finanzas públicas. Pedir y pedir, parece que es lo que mejor saben hacer, o hacer juicios políticos a los ministros del gobierno, cada vez que les parece que el funcionario no es de su especial agrado.

Según el artículo 114 de la Constitución política, le corresponde al Congreso de la República de Colombia, integrado por el Senado y la Cámara de Representantes, reformar la propia Constitución, hacer las leyes y ejercer control político sobre el gobierno y la administración. Por lo tanto, el Congreso de la República debería ser el foro, por excelencia, para abocar los grandes temas nacionales en su estudio, sus alternativas de solución, su financiación, su prioridad, y la aprobación o rechazo de las iniciativas de carácter gubernamental o parlamentario que traten de impulsarlas o regularlas.

El Congreso en total está conformado por 108 Senadores y 171 Representantes, con un costo de más de 30 millones por parlamentario al mes, sin contar con el propio funcionamiento del Congreso en sus dos cámaras. Esto no se compadece, por un lado, con la situación económica del país y, por el otro, por la baja “productividad” en términos reales de lo que el Congreso le aporta al país. No es el número de leyes lo que cuenta, es la calidad, la pertinencia, la aplicabilidad, la rigurosa conformidad con la constitución, el impacto real que ocasionan y la vigilancia de la disponibilidad real de recursos para llevarlas a cabo. Es hora de que el Congreso y sus congresistas -pocos se pueden excluir, para no generalizar- le entreguen al país y su ciudadanía la verdadera solución a los problemas, sin más burocracia, ni gasto público desbocado o favorecimientos individuales o para sus áulicos partidistas. Además, que la ciudadanía les exija y les condicione sus votos a sus reales acciones y obras, no a sus discursos y habladurías. Afortunadamente existen algunas veedurías ciudadanas y en particular, actualmente el "Observatorio Legislativo" de la Universidad Nacional de Colombia y el programa "Congreso Visible" de la Universidad de los Andes le hacen seguimiento al Congreso de la República.

La bolita de las responsabilidades públicas es tanto del ejecutivo, como del legislativo y el judicial, pero a veces no vemos la bolita jugando en la cancha del Congreso con la intensidad, decisión, dirección y compromiso con el país como debería ser. (Ni hablar del poder judicial, tampoco, que detiene todos los procesos y toma decisiones con interés político, más que constitucional). ¿Será por eso por lo que, salvo la elección de presidente, las votaciones parlamentarias tienen muy bajo nivel de votos?, es evidente que la gente poco le cree a los congresistas y a la clase política.

Señores congresistas, pongan a jugar la bolita en la cancha de los intereses del país, no de sus intereses personales y electoreros, y propónganse a hacer los goles que el país requiere, manteniendo la solidaridad, la justicia y la equidad para todos los ciudadanos, pero garantizando la sostenibilidad del país. Veamos cómo mueve la bolita el Congreso de la República ahora que los integrantes del paro nacional van a presentar su pliego de peticiones convertido en 9 proyectos de ley en la legislatura que comienza el 20 de julio próximo.

ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO

  Comentario 07/07/2025   ECONOMÍA RESILIENTE Y MAL GOBIERNO   Por: Carlos Alberto Mejía C. Ingeniero Industrial y Administrativo. ...